Todo comenzó con un mordisco a una manzana. Desde entonces las comiditas han provocado tentaciones que desembocan en pecados: gula, lujuria, avaricia, envidia, soberbia, pereza e ira, por citar los capitales. Aunque la mayor parte de los tropiezos son fruto de los deseos de la carne, dulces y otras sugerencias de Madrigal también incitan al pecado. Malos pensamientos y deseos impuros hacia postres prohibidos en plena operación bikini. Y sino contemplen esa foto donde muestra una delicia a base de maracuya, naranja escarchada con curaçao y espuma de marshmallows. Parece obra de un auténtico diábolo del siglo XXI, una reencarnación de la serpiente del Edén en temporada estival. Su autor, Andrés Madrigal, argumenta que está dedicado a la nueva moto de Rufus… RBWMRRS 1000, o algo así. Aunque no se le creemos, esos colores azul cielo con sus nubes sonrosadas son una tentación diabólica hacia los angélicos gourmets. Entre sus amigos, alguien dice que se trata de «tallarines eléctrónicos con helado 2.0 de nata y fresa». Lo cual demuestra una vez más su línea investigadora de cocina futurista, entre seductura y diablesca.
Propuestas infernales de Madrigal
Asimismo nos enteramos que prepara la carta del nuevo Bistró en Panamá y quizá terminé en la satánica ciudad de «Sexo en Nueva York». Para ello experimenta platos como mejillones con coco, mango verde y curry. Irresistible a los más píos. O una mágica merluza de aspecto sobrenatural.
Acostumbrado a los calores del infierno continúa con su proyecto Kitchenclub de Madrid.
Otras tentaciones:
La tentadora proposición de parahoreca a sus patrocinadores cibernéticos
Helado de yogur de oveja con espaguetis de pepino, menta y avellana
Un filete bajo la silla de montar a caballo para cocinar el steak tartar
