“Has notado que cuando no te dejas pisotear, la gente comienza a decir que tienes un carácter difícil”, Mafalda.
¿Cuántas familias empresarias sobreviven en Asturias?
Las sagas centenarias están en decadencia, la globalización de los mercados y los conflictos familiares provocan la desaparición de las empresas familiares. Las cifras del Registro Mercantil son la mejor evidencia: tan sólo un 2 por ciento sobrevive a la cuarta generación. No obstante, algunos parientes apuestan por continuar unidos en nuevos proyectos empresariales tras la venta de su propia compañía. Podremos hablar de familias empresarias si se fomenta el diálogo y se crean foros para aprender a escucharse los unos a los otros analizando los distintos puntos de vista. Cuando se logran decisiones por consenso se habrá producido el éxito de un buen líder.
La unión hace la fuerza, pero en nuestros días dicha coalición sólo perdurará en el tiempo si se fomenta la participación de todos los miembros. La evolución es imprescindible para sobrevivir. Las culturas basadas en el régimen del «hereu» o en la entronización del «favorito» tienen los días contados.
Como sentenció Darwin: «No sobrevivirán las especies más grandes ni las más fuertes, sino las que mejor se adapten al cambio».
En las familias centenarias triunfa la gestión por competencias y el liderazgo compartido. En la novela EL TESTAMENTO DEL GALLO, disponible en Amazon damos algunas claves para sobrevivir y para reflexionar sobre las debilidades y oportunidades de mejora en cualquier empresa familiar.
Fotógrafo: Manolo Egocheaga
Claves para sobrevivir
Hace más de quince años comencé a impartir talleres para intentar concienciar de la necesidad de cambios, uno de ellos fue bautizado como «Puente al futuro».
Cientos de familias en Asturias, León y Galicia confiaron en mis consejos para guiarles en el relevo generacional, y orientarles en el tránsito generacional. También tuvieron la humildad de mirarse al ombligo y reconocer sus debilidades, sus errores y las «trampas» típicas de este tipo de negocios, en los que se entremezclan cuestiones familiares y empresariales.
Pertenecer a una familia empresaria marca la vida de sus miembros (trabajen o no en la empresa familiar), más aún si desde pequeños se les inculca que la voluntad «debe» imperar sobre cualquier sentimiento, que la dedicación al trabajo «debe» ser la única razón de ser y que el líder «debe» estar dispuesto a renunciar a su propia vida privada. Estos mandamientos, predicados por los defensores de la vieja escuela, contrastan con las técnicas avanzadas en gestión que se enseñan en la Universidad: aspectos jurídicos, económicos, organizativos, financieros y familiares.
La comunicación, el cuadro de mando integral, la conciliación entre vida familiar y laboral y la innovación son un «cuento» para el emprendedor movido por el esfuerzo y el sacrificio personal. Se conjugan idiomas diferentes: la experiencia vivida frente a la formación técnica en dirección. El resultado es un choque de culturas entre el ayer, el presente y el futuro; una torre de Babel sin puentes de diálogo.
Intentamos buscar soluciones, no culpables, aunque en ocasiones las circunstancias obligan a elegir entre la libertad o el «deber». Cabe preguntarse entonces: ¿estaría dispuesto el sucesor a tales sacrificios? Quizá lo demuestre, al menos, confiando en un mediador familiar independiente para resolver conflictos. Aunque en algunos casos, la única vía de solución es acudir a los Tribunales de Justicia para poner a cada uno en su lugar. El Juez siempre tiene la última palabra.
Como recuerda el Príncipe Harry en su obra En la sombra: «El pasado nunca está muerto. No es ni siquiera pasado», en realidad, se trata de una cita de William Faulkner. Informa Alfredo Muñiz.
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