Aclarar que los geólogos, oceanógrafos y ecologistas rechazan que se construyan diques o que se prolongue el existente. El único efecto que provocaría sería retener la arena para que no entre en la ría pero no evitaría el problema de la pérdida de arena en la playa. Los diques a largo plazo habría que retirarlos, lo cual supondrá un enorme gasto futuro, según los expertos. Sin embargo, los ingenieros contratados por el Estado difieren en la tesis con los expertos consultados por este medio. Por otro lado, los geólogos de la Universidad de Oviedo proponen realimentar el arenal de Salinas con los dragados limpios que se extraigan de la ría de Avilés. La medida tendría un coste cero, en la actualidad se vierten frente a la costa de Xago pero parece ser que al Puerto no le interesa que Salinas tenga arena porque entonces tendría que gastar más dinero en dragados de mantenimiento para mantener el calado. El oceanógrafo Tony Butt considera la idea de realimentación adecuada, pero advierte de que se deberían tener en cuenta los ciclos naturales. En cuanto al proyecto de regeneración de la playa con aportaciones de arena procedentes de fondos marinos, debido al déficit creciente de arena tendría que plantearse aportes periódicos, según estima el profesor German Flor.
¿Quién es la madrastra de Salinas?
ALFREDO MUÑIZ
El deterioro de la playa de Salinas se ha convertido en un cuento de la buena pipa con generosas intenciones y mediocres resultados. Después de veinte años de dimes y diretes, Salinas se ha quedado huérfana de arena pero?, ¿quién es la malvada madrastra de la Cenicienta asturiana?
La gran incógnita pulula como un secreto a voces que nadie se atreve a desvelar. La madrastra del culebrón es, sin duda, la ría de Avilés; un ogro hambriento que se come toda la arena. Aunque, en realidad, la verdadera amenaza marina es la mano del hombre que ha permitido los dragados y ha alterado el ecosistema. Ni el cambio climático provoca un deterioro tan acusado en el resto de las playas del litoral; ni la inversión para reforzar el muro del paseo corregirá la causa del problema. Al parecer, una solución sería ampliar el dique del estuario de forma subterránea para evitar que la arena se escape. Por lo visto, dicha alternativa estuvo contemplada en un proyecto inicial pero se desestimó -desconozco si por falta de presupuesto o por complicaciones técnicas-.
Sea como fuere, en estos momentos el Ministerio de Medio Ambiente, igual que en el cuento de los Tres Cerditos, construye unas improvisadas moradas de urgencia como prevención ante los temporales invernales. Sus colegas de Fomento, cual genio de la lámpara de Aladino, prometen un macroproyecto panacea a todos los males. Mientras el Ayuntamiento de Castrillón hace planes de futuro como la alegre lechera a la que se le rompió el cántaro. Sin embargo, la reina de la ficción es la Demarcación de Costas, una Bella Durmiente que sueña con un rompeolas maravilloso y espera desde su urna de cristal la llegada de un Príncipe azul.
Esperemos que el caos narrativo de esta historia haga encarar el desbarajuste de la cruda realidad. Se está destruyendo una de las zonas más turísticas de la comarca y nadie propone un plan serio de actuaciones. Dejémonos de ensoñaciones infantiles y busquemos soluciones antes de que el rey Arturo desenvaine su espada mágica y comience a cortar cabezas. Es hora de formar una comisión técnica que coordine la actuación de las distintas administraciones y presente un plan que resuelva el problema desde la raíz. El asunto llevará su tiempo y, entretanto, es necesario ampliar el refuerzo al resto del paseo marítimo. Y no estaría de más que alguien informara al pueblo de la obra en ejecución, porque debido a la falta de planificación no hubo ni tiempo para realizar alegaciones. No olvidemos que la playa es de todos.
Por otra parte, los habitantes del Ayuntamiento de Avilés son los principales usuarios del paraíso veraniego. Así las cosas la corporación avilesina podría colaborar más estrechamente en arreglar el entuerto. ¿Habrá estudiado el caso la Oficina de Sostenibilidad del Principado o esperará que un rey Midas convierta las piedras en arena dorada?
Por mi parte les dejo con una historia de Eiseley, reza así: «En cierta ocasión, un científico se trasladó a una casa que tenía en la playa con el fin de poder concentrarse y finalizar sus trabajos. Al caer la tarde se dispuso a dar un paseo, y mientras caminaba por la playa vio a lo lejos a un hombre bailando; al acercarse más observó que el hombre no bailaba, sino que recogía algo del suelo y lo lanzaba al agua.
Cuando hubo llegado a su altura, le saludó y le dijo:
-¿Qué es lo que está haciendo?
El hombre le sonrió y le contestó:
-Lanzó estrellas de mar al océano.
–¿Por qué?- le preguntó el científico.
-Está bajando la marea y al quedarse varadas en la arena corren el peligro de morir.
-Pero si hay decenas de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar, ¿cree que su esfuerzo servirá para algo?
El hombre le escuchó educadamente, y cuando hubo acabado se agachó, recogió otra estrella y la lanzó al mar.
-Para ésa, mi esfuerzo sí tuvo sentido- contestó.
El científico siguió caminando concentrado en lo que acababa de pasar, se dio cuenta de que aquel hombre no quería ser un mero observador, sino tomar parte en algo en lo que creía. Retrocedió al lugar donde se encontraba y ayudó al hombre a lanzar estrellas al mar».
Este texto corresponde a mi último artículo de opinión publicado en La Nueva España, diario líder de Asturias, con fecha 1 de enero de 2010. El asunto sigue estando de actualidad ante la falta de actuación pública en los últimos años.