La falta de empatía y el colmo de la estupidez para celebrar mi cumpleaños

Hoy festejo mi cumpleaños. Como soy coqueto no les voy a revelar cuántos veranos llevo disfrutando de esta vida, pero sí les confesaré que los años me regalan libertad para escribir sin censuras ni mordazas. Caiga quien caiga. Mis cumpleaños me recargan de vida, y además, las antigüedades cada vez son más valiosas y sabias.

Alfredco Muñiz con la novela EL TESTAMENTO DEL GALLO

El egocentrismo y la idiosincrasia de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio se está imponiendo en la sociedad actual. Lo absurdo y grotesco triunfa en cuestiones familiares, laborales, mercantiles y políticas. El postureo del selfie en Instagram traspasa fronteras; afecta a las tendencias educativas y culturales. Los valores sufren una decadencia generalizada.

Les voy a poner algún ejemplo que describe más claramente el asunto.

Falta de empatía cultural

Después de realizar en Asturias siete presentaciones de mí novela EL TESTAMENTO DEL GALLO; dos presentaciones en Madrid; una en Baqueira; otra en Ibiza y algún encuentro cultural en pequeños auditorios. El colmo de la desfachatez surge cuando un pariente o un amigo te reprochan que no les hayas dedicado tu obra literaria. Cuando ni siquiera tuvieron tiempo de acudir a una presentación o de felicitarte por teléfono por la repercusión mediática.

Gajes de la fama; es como si transmitieran con esa actitud celos o envidia cuando ven una noticia en la prensa o encuentran el libro dedicado en casa del vecino. Pues vale.

Los que realmente valoran el trabajo de un escritor buscan su obra en Amazon o preguntan a su librero de confianza. Y no andan con chismes, cuchicheos, dimes y diretes.

Entre tanto amigos de Francia, Estados Unidos, Canadá, Italia o Alemania me envían fotografías con la novela comprada por Internet y reseñas de cómo se han destornillado de risa con el guion disparatado que propongo. C´est la vie.

Falta de empatía comercial y de profesionalidad

Incluso como cliente o como turista sufres situaciones desagradables por no saber gestionar de una forma racional una situación cotidiana. La falta de empatía y de inteligencia emocional es manifiesta. Esta semana me alojo en unos apartamentos de lujo. Realicé el check in por Internet y la recepción me manifestó que estaría abierta hasta las nueve de la noche, según me confirmaron dos horas antes de mi llegada.

“Llegaré sobre las seis de la tarde, según mi navegador”, informé al encargado.

“No hay ningún problema, aquí estaré esperándole”, respondió.

Al llegar a las seis de la tarde a un callejón sin salida y sin espacio para aparcar el coche, me encuentro con que no hay nadie en recepción. Llamo por teléfono y me informan que me vendrán a abrir en un minuto. Tardaron casi una hora…, y ni pidieron disculpas por los inconvenientes causados.

¿Falta de empatía ecológica o turística?

Al día siguiente, visito un parque regional. A la entrada me preguntan si llevo mascota y me piden que ponga el móvil en modo avión. No sé si para no molestar a la fauna o porque pueda haber hackers. Por lo visto, a veces el móvil cambia la hora por interferencias con compañías extranjeras. ¿El triángulo de las Bermudas de la comunicación?

Lo curioso es que no me advierten nada sobre el horario del parque. A la salida, me entero que cierran las puertas de la carretera de acceso a las ocho y media de la tarde. Por tanto, si disfrutas de una cala salvaje un poco alejada, tendrás que iniciar el retorno a las siete de la tarde para salir a la hora establecida. Llego justo a la hora límite y me encuentro a los vigilantes poniendo carteles en una treintena de coches que se han demorado por desconocer las normas, pero en el comunicado que dejan en el coche ni siquiera advierten del horario del parque, solo amenazan con multar. E incluso se acercan y me comunican en un tono insolente que si al día siguiente vuelve a ocurrir lo mismo avisaran a la guardia civil, como si se tratase de un delito grave. Al parecer la norma está impuesta para prevenir que los coches puedan atropellar alguna lagartija o algún conejo desprevenido que salga de paseo a esa hora. Añaden que tengo obligación de saber el horario. Pues vale. ¿Ocurre lo mismo en más parques regionales, nacionales o naturales?

Es cierto que a la entrada hay carteles con letra pequeñita que señalan que el parque estará cerrado de 20:30 a 8:00 de la mañana. Pero si vienes conduciendo no se leen, a no ser que tengas vista de lince ibérico… Sinceramente, ¿no les parece una estupidez limitar el acceso a la naturaleza de una forma tan exagerada en pleno verano?

Lo curioso es que muy cerca se ha cometido un auténtico atentado medioambiental. Contradicciones inexplicables, ni tanto ni tan calvo…

Falta de empatía en las empresas familiares

La falta de empatía es también la causa de la destrucción de muchas empresas familiares, que imponen métodos caciquiles de comunicación y gestión. Sueldos de ministros para los puestos de conveniencia que ocupan cargos por su apellido y no por sus méritos propios. Apropiación indebida del patrimonio, delitos societarios y administración desleal que provocan que muchas sagas terminen en el juzgado para poner a cada uno en su lugar. El juez impondrá orden ante la falta de empatía familiar, empresarial y jurídica, que no respeta la legislación vigente.

La ignorancia, la carencia de escrúpulos y el complejo de generalísimo o generalísima suelen ser las causas del desmadre. Confunden emprender con robar.

Falta de empatía política

Vivimos un momento clave en España, donde se prevé que el gobierno se constituya gracias al apoyo de un personaje buscado por la Justicia para ser encarcelado, pero que gracias a sus tejemanejes se librará de la prisión, a través de una amnistía, lo cual lleva a reflexionar si existe empatía en función de los intereses particulares o si la empatía es algo abstracto que cambia con los tiempos.

Falta de empatía en el deporte

El caso Rubiales pone de manifiesto la cultura del emperador poderoso que se cree por encima del bien y del mal; piensa que puede hacer lo que le dé la gana y no se rinde, incluso cuando lo pillan con las manos en la masa. Lo alucinante es que después de todo lo destapado, todavía tiene miles de defensores… Informa Alfredo Muñiz

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