Injurias, calumnias, censura, prejuicios, envidias, dimes y diretes
En ocasiones, la prensa comete errores de interpretación de una noticia, o manipulación de la versión oficial con el propósito de vender más periódicos. Todos somos humanos.
En caso de que dichos gazapos o incorrecciones perjudiquen la imagen o los intereses de una persona o sociedad, lo razonable sería rectificar los hechos y aclarar la realidad.
Una mala interpretación, aunque sea un matiz sin relevancia, puede agrandarse ante los prejuicios de lectores con ganas de fomentar el morbo. Entretanto, los más ignorantes se inventarán una película que nada tiene que ver con el contexto, y ni les cuento los cotillas que crean su propia exclusiva. Por otro lado, están los liantes profesionales, personas que ven resquicio de presunto delito ante un desliz de transcripción. Y ni les cuento los protervos con ganas de malmeter por envidia o interés. De un grano de arena se construye un castillo maléfico.
Acusado de un supuesto boicot que nada tenía que ver con lo publicado
En mi experiencia en los medios he sido víctima en algunas ocasiones de estos gajes del oficio. Así, les puedo relatar un titular que causó un gran revuelo en un prestigioso digital con más de un millón de lectores diarios. “Woody Allen brinda con champán francés en Nochebuena y con sidra asturiana en Navidad”, se me ocurrió escribir sin ninguna mala intención.
El reportaje se refería a un concierto que el cineasta americano ofreció en el auditorio ovetense Príncipe de Asturias. Pues bien, la víspera Woody había celebrado la Nochebuena en París y en Navidad viajó a Asturias. Al relatarme su esposa el periplo navideño, se me ocurrió la gracia.
¡Mamma mía, la que lie!
Resulta que algún catalán con prejuicios se imaginó que aquello era una campaña contra el cava.
En realidad, ni mencionaba a Cataluña ni al cava, además, en mi opinión hay bodegas catalanas muy españolas que merecen todos mis respetos.
Por tanto, los comentarios eran completamente infundados, un diálogo de besugos que nada tenía que ver con la información publicada. Hasta un independentista llegó a calificar la cocina asturiana de “grosera” en respuesta a las aventuras y desventuras de Woody Allen con su clarinete.
¡Por Dios y María Santísima!, ni me metía con la gastronomía catalana ni era mi intención ofender a nadie. Tampoco mencionaba la fabada ni el pote de berzas asturiano, platos que representan nuestra cultura. Simplemente recogía una anécdota que me sucedió con la esposa de Woody Allen, Soon-Yi Previn y sus hijas adoptivas, Bechet Dumaine Allen y Manzie Tio Allen. Entonces, aún eran unas niñas simpatiquísimas y me contaron en inglés lo bien que lo habían pasado navegando por la ría de Avilés.
A su madre, la agradable coreana Soon-Yi, le caía la baba escuchando el desparpajo de las pequeñas que se paseaban por el salón del Hotel Reconquista en pijama.
El colmo de los presuntos «trileros» y «liantes»
Viene a colación la historieta porque recientemente en la edición digital de un prestigioso diario asturiano se publicó una reseña con un subtitular erróneo. El redactor confundió el nombre de una sociedad asturiana con otra madrileña y se armó la Marimorena.
Posteriormente, se corrigió el texto, pero, al parecer, el escándalo era tan monumental que el director optó por eliminar la historia que originalmente no tenía ninguna información ni confidencial, ni falsa, ni “palmariamente incierta», tal como figura en el burofax recibido a través de un abogado que no tiene ni idea de lo ocurrido.
En primer lugar, el letrado se olvida de la presunción de inocencia al catalogar tajantemente un presunto delito en sentencia firme como si fuera un juez. Incluso amenaza con una demanda de responsabilidad.
¿Ficción de la segunda parte de mi novela EL TESTAMENTO DEL GALLO, escrita por Alfredo Muñiz, disponible en Amazon?, o ¿superará la realidad a la ficción?
Subrayo que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Multitud de lectores, que desconozco en persona, me han transmitido que se ven identificados con alguno de los personajes de la historia o ven en su entorno algunas de las caricaturas esperpénticas que se muestran.
¿Nos estamos volviendo locos o pensamos que vivimos en la dictadura franquista donde se acallaba a escritores que molestaban al Régimen?
Recordemos que en el artículo 20 de la Constitución Española: “Se reconocen y protegen los derechos: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”.
Por otro lado, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su artículo 13, señala que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión, la cual puede ser ejercida por todos los medios y no puede ser objeto de censura.
¿Habrán incurrido en presuntos delitos de injurias o calumnias?
Ojo a los demandantes potenciales, que confiesan en el burofax haber emitido comunicados internos a empleados, clientes y proveedores, calificando la noticia de «absoluta falsedad».
Si actúas con trasparencia y buena fe, en España no se aplica guillotina, tal vez tengan que emigrar a alguna dictadura latinoamericana…
Otro asunto bien distinto es si los ofendiditos son demandados por presuntos delitos societarios y de administración desleal.
Según el artículo 205 de nuestro Código penal una “calumnia consiste en la imputación de un delito con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad”. Es decir, si, te acuso de un robo, a sabiendas de que no lo has cometido, se tratará de una calumnia.
Por su parte, el artículo 208 del mismo texto legal señala que “injuria es la acción o expresión que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación”.
Solo serán consideradas delito de injurias las ofensas graves, salvo cuando se hayan llevado a cabo con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad.
La diferencia, por tanto, radica en que en la calumnia se imputa la comisión de un delito, mientras que, en la injuria, se ataca el derecho al honor, pero sin acusación de haber cometido ningún acto delictivo. Por ejemplo, si cotillean que escribo con oscurantismo y falsedad sobre un asunto serio cuando no es cierto.
Sea como fuere, lo razonable sería que el medio que cometió el error emita una rectificación explicando los hechos sucedidos. Y aquí paz y en el cielo gloria. No están los tiempos para perder el tiempo en chorradas y argucias negligentes.
Ya saben, puta primaveral, alcahueta otoñal, y beata invernal. Y si te escuece, mi abuela Carmen recomendaba bálsamo bebé y Talquistina, el ángel de la casa. Alfredo Muñiz
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