El que la hace, la paga

Cuando se rompe un cristal no se pueden pegar los trocitos, siempre quedarán las cicatrices. Si no se escucha y solo se intenta imponer cacicadas, la bomba de relojería terminará estallando y el que la hace, la paga. La situación desemboca en la destrucción de las relaciones personales y empresariales. Lo mejor es separarse del acosador dominante.

“Mantente alejado de aquellas personas que tratan de menospreciar tus ambiciones. Las personas pequeñas siempre lo hacen, pero los verdaderamente grandes hacen sentirte que tú también puedes ser grande”, Mark Twain.

«Ruin arquitecto es la soberbia; los cimientos pone en lo alto y las tejas en los cimientos», dejó escrito mi maestro Quevedo.

La soberbia ataca con dos dardos: la ira y la envidia.

Para el psicólogo sueco Heinz Leymann el acoso supone un crimen perfecto: «En las sociedades de nuestro mundo occidental, el lugar de trabajo constituye el último campo de batalla en el que una persona puede matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser procesada ante un tribunal».

La soberbia y el egoísmo desembocan en situaciones irracionales. El poder y el dinero vuelven locos a los más cuerdos. El orgullo que come en la vanidad, cena en el desprecio. Ante las circunstancias, amigo o pariente traidor, ¡una buena cuerda y colgado al sol!

En la novela EL TESTAMENTO DEL GALLO, disponible en Amazon, tratamos el tema del bullying y el mobbing familiar.

Chavela Vargas supo expresar mejor que nadie el desamor. Un desengaño amoroso, una ruptura laboral o el adiós a una familia después de haber sufrido sus desprecios. Sólo quien ha amado en plenitud y se ha esforzado sin éxito, puede llegar a llorar con Chavela. Las injusticias en ocasiones salen indemnes. A veces no se puede dar marcha atrás y lo mejor es apartarse completamente de aquel que desprecia tus virtudes. La tala familiar provocada por algunos patriarcas tiranos puede convertirse en una dolorosa forma de acoso, al despreciar las aptitudes de sus propios vástagos, más grave aún en tiempos de crisis.

Una de las canciones que forman parte de la banda sonora de la novela EL TESTAMENTO DEL GALLO es No Volveré, interpretada por Chavela Vargas.

Véase: De los puestos de conveniencia en las familias a una selección profesional

Los puentes de diálogo son imposibles de construir cuando una de las partes impone sus ideas dictatoriales. En tales casos, lo mejor es el derecho a desvincularse del propio emporio familiar societario.

Llegar a un acuerdo de una salida pactada con un tasador neutral por el bien de la familia y de la empresa

En ocasiones existe “Competición entre hermanos por la presidencia del mayor grupo vinícola catalán“, y todo se soluciona “aparentemente” con la ayuda de expertos. En otros casos, los hijos llegan a rebelarse contra su propio patriarca: “Guerra por el poder de Vega Sicilia de unos hijos contra su padre“. Los desprecios pueden ser entre iguales, de un superior a un inferior o viceversa.

En España se viven hasta guerras galleteras con victoria de la presidenta ante la demanda de sus hijos y hermanos

Las formas de reacción son distintas según las circunstancias: Unos optan por las guerrillas con misiles mineros otros se convierten en indignados o caen en la depresión.

Cuando no se reconocen los méritos. Cuando no se permite luchar por la Justicia y se premian las trampas. Lo mejor es desconectarse, despegarse, cortar los lazos y volar con libertad.

Discriminación por sangre, poder o prejuicios

Una cosa es aprovecharse del patrimonio de varias generaciones y ascender hacia la cúspide con la ayuda de papá, y otra bien distinta consiste en demostrar la valía por méritos propios. La crisis provoca que se agudicen las diferencias entre los empleados de una saga familiar con contrato blindado vitalicio, como si se tratara de funcionarios públicos con oposición del Estado, mientras el resto de mortales se busca la vida en la jungla del mercado global. Unos justifican la tala del árbol familiar porque no hay puestos ejecutivos para todos. Aunque a veces se despilfarran fondos en lo que apetece al gran líder y se olvidan los derechos de otras partes vinculadas. Los herederos también tienen derecho a salir del negocio familiar ante tales discriminaciones.

¿El mejor desprecio es no hacer ningún aprecio?

En muchas organizaciones se vive un auténtico pulso entre David contra Goliat. La crisis ética es algo innegable en nuestra sociedad, situaciones en las que «todo vale» se convierten en cotidianas.

Con tal de obtener el mayor beneficio económico o un mayor prestigio social, no importa destrozar la vida de una persona.

El «mobbing» o acoso psicológico en el trabajo se ha convertido en un arma contra los supuestos “agentes peligrosos”, para el acosador.

El anglicismo «mobbing» se define como una situación en la que se ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y prolongada, con la finalidad de destruir la reputación de la víctima, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente abandone la organización a la que pertenece

Por desgracia se puede actuar impunemente, imponiendo condiciones laborales nefastas o provocando situaciones intolerantes. Desprestigio, persecución, rechazo, marginación. Las consecuencias son desorientación, impotencia, ansiedad y depresión.

La historia suele terminar con un final amargo; generalmente la resolución del contrato de trabajo en caso de que exista. Los más fuertes llegan a un pacto con la empresa, negociando su salida. Y en determinados casos el tema se salda con un cambio de responsabilidades. En definitiva, nos encontramos ante una forma de «despido» cruel, lenta y penosa. El coste de estas actitudes es muy negativo para la empresa y para el afectado.

Por un lado, se traduce en absentismo, menor rendimiento y un mal clima laboral. Las consecuencias llegan a la familia, debido al estado de ansiedad y depresión.

Las personas bajo estado de «mobbing» tienen mayor riesgo a sufrir accidentes, enfermedades, arranques emocionales y, en casos extremos, trastornos paranoides o suicidas.

Además, este tipo de situaciones provocan cambios de conducta en el individuo. Unos empiezan consumiendo más café, otros buscan remedios en pastillas, intentan olvidar con el alcohol o evadirse con las drogas. Los hay que se hacen adictos a la nicotina o saquean la nevera para calmar su ansiedad. Sea como fuere, muestran una mayor excitabilidad, insomnio y pérdida de estabilidad emocional.

Aunque la justicia indemnice al acosado y le dé la razón, el daño psicológico jamás será recompensado. El dinero no soluciona los problemas morales, las cicatrices después de años de acoso son siempre difíciles de borrar.

El apoyo de la familia y los amigos es fundamental, para evitar que el acosado se encierre en sí mismo; pero en la mayoría de los casos no se acude a las raíces. El acosador suele ser una persona que ostenta poder y pretende que su víctima se autoexcluya en su propia organización. Las causas de esta conducta son muy variadas: unas veces son consecuencia de falta de organización, mediocridad o afán de liderazgo. En otros casos, es fruto de envidias, causas psicopáticas, perversidad o corrupción. El acosador suele chocar con alguien mejor capacitado, a quien critica cualquier iniciativa.

Emite un juicio constante hacia el trabajo ajeno e intenta boicotearlo y anularlo. Les molesta el triunfo del contrario.

El agresor no tiene ningún sentimiento de culpa, incluso llega a adoptar actitud paternalista, tratando a adultos como si fueran infantes.

Paradójicamente, el perfil típico de un acosado es el de una persona íntegra, que defiende los valores, la justicia y la ética en los negocios. Suelen estar muy capacitados, tener un gran sentido del compañerismo y ser unos excelentes trabajadores, apreciados por todos, independientes y con iniciativa. Sin embargo, al ser personas brillantes se convierten en envidiables y peligrosas para el agresor, que teme perder sus cuotas de protagonismo. Sobre todo, si proponen cualquier tipo de reforma o difieren con las directrices marcadas por el gran líder. Cualquier cambio es considerado una amenaza.

Por el contrario, también son blanco fácil para un acosador las personas vulnerables sobre las que el agresor puede descargar sus propias frustraciones.

“Mobbing” en el trabajo y en la familia: ¿un crimen perfecto?

Según el «informe Cisneros» realizado hace ya algunos años, los autores de maltrato psicológico en España son jefes o supervisores en un 70,3% de los casos. Este tipo de acoso es conocido como «bossing»; en un 26% el hostigamiento ocurre entre compañeros del mismo rango y en un 3,5% son los subordinados los que acosan a sus superiores.

Por último, reseñar que en el caso de que el mobbing se produzca en el puesto de trabajo es necesario recoger evidencias durante más de seis meses para demostrar ante la Justicia que se ha sufrido acoso psicológico.

La excelencia en la gestión no supone solamente cero defectos del producto o servicio, sino también cero desprecios. Los puentes de diálogo son imposibles de construir cuando una de las partes impone sus ideas dictatoriales.

Informa Alfredo Muñiz, economista especializado en Psicosociología Aplicada. Enlace relacionado: El arte de amargarse la vida con prejuicios

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Reto: empresa sana y familia unida

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