Texto: Susana Ávila
Fotografías: Eugenia Malea y Pilar Rudilla
El centro emblemático del turismo en Argentina del Sur es el glaciar Perito Moreno. No es el más grande, ni quizá el más espectacular, pero sí es el más accesible y eso abre las puertas al mundo.
Su punto de partida es la localidad de Calafate que ha mejorado sus infraestructuras desde la apertura del aeropuerto “Armando Tola” en noviembre del año 2000.
Pero las prestaciones de El Calafate extiende múltiples brazos para satisfacer las necesidades de un entorno con un alto potencial turístico. La Oficina de Turismo de Calafate propone hasta un centenar de actividades a realizar desde la ciudad: Visitas al área del Glaciar Perito Moreno; Navegación por el sector norte del Lago Argentino; Travesías en 4 x 4; Cabalgatas; Paseos; Cicloturismo; aventura en kayak; actividades en los alrededores de la ciudad… Excursiones de día completo a Valdelen (Río Turbio), al Paine, a El Chaltén, o a Tres Lagos-Piedra Clavada. Algo que, ya de por sí, requiere unas vacaciones completas, sin repartir tiempo para visitar otros lugares.
El Glaciar Parito Moreno no siempre se llamó así. Cuando en 1879 se avistó por primera vez, el capitán británico de la Armada Chilena, Juan Tomás Rogers lo llamó Francisco Gormaz, nombre del director de la oficina del organismo patrocinador de la expedición descubridora. Luego, se decidió nombrarlo «Bismarck» en honor al entonces canciller prusiano. Para, finalmente, homenajear a Francisco Pascasio Moreno, director de Museo de la Sociedad Científica Argentina, activo explorador de la región andina austral que, por sus conocimientos de la zona, le valieron el cargo de «perito» y que fue el gran promotor de los Parques Nacionales en el cono sur. Todos los touroperadores incluyen la visita en su programa básico, dejando al menos un día libre para tener otras opciones de la que la más sugerente es la navegación por el lago Argentino.
Pero si lo que se quiere es ver en profundidad Perito Moreno y disfrutar de todas sus posibilidades hay que recurrir a la empresa Hielo y Aventura que ofrece varias excursiones para visitar el Glaciar con distintos niveles de dificultad. Desde el Safari Náutico que realiza una sencilla navegación de una hora por el Lago Rico donde se puede apreciar la pared de hielo del glaciar y los témpanos que se han desprendido de él, hasta el Minitrekking que realiza una caminata de todo el día sobre el hielo para la que hace falta el uso de crampones. Pero hay posibilidades intermedias como el Safari Azul, recorrido de ocho horas que combina la visita por las pasarelas acondicionadas para disfrutar la vista de la lengua del glaciar, con la navegación por el Lago Rico para llegar a la pared sur e iniciar una caminata por la costa hasta el glaciar, poderlo tocar, disfrutar de sorprendentes vistas panorámicas y regresar al puerto cruzando un bosque.
Pero ya hemos dicho que El Calafate ofrece muchas más posibilidades y la primera de ellas es una navegación por el Lago Argentino. Este lago es el mayor de los lagos argentinos de la Patagonia, y el más austral del territorio continental. Se alimenta con aguas del río Santa Cruz y está dentro del Parque Nacional de los Glaciares. Su superficie se prolonga en dos brazos, el sur que lleva al Perito Moreno y el norte que guarda mil maravillas, pues algunos de los glaciares más espectaculares sólo se pueden ver surcando sus aguas. Fue explorado por el marino argentino Valentín Feilberg quien, en 1873, se adentró en sus aguas en un bote de la goleta Chubut junto con cuatro marineros más. Tras varios días explorando sus orillas, dejó constancia de su hallazgo en un acta que introdujo en una botella al pie de un mástil improvisado con un remo al que ató la bandera. Cuatro años después, Francisco Moreno, el perito famoso, encontró los restos del mástil y el acta y le dio el nombre de Lago Argentino deslumbrado por la belleza del entorno.
La empresa Solo Patagonia, que lleva cuarenta años prestando el servicio, presenta un programa llamado Todo Glaciares que ofrece una travesía singular por este lago. Zarpando de Puerto Banderas, a bordo de un moderno catamarán comienza una excursión que dura alrededor de siete horas y nos lleva entre témpanos atravesando la Boca del Infierno, para dirigirse al glaciar Upsala, al que no es posible acercarse demasiado porque continuamente se están produciendo desprendimientos. Preguntado el capitán Luis (Lucho) Mansilla, decano de los cruceros por este lago, que pilotaba el buque Quo Vadis, nos contó que el momento más notable de sus cuarenta años de servicio fue la caída del este glaciar en 2013, suerte que en aquel momento no había ningún barco navegando pues el tsunami que produjo hubiese provocado una catástrofe, pero al día siguiente encontraron una gran masa de iceberg flotando sobre las aguas del lago. Continuando el recorrido se llega al Canal Spegazzini desde donde se avista el Glaciar Seco, el Glaciar Heim Sur y el Glaciar Peineta hasta desembocar en el impresionante Glaciar Spegazzini con una altura de más de 135 metros. Es el momento de hacer un alto en el camino, de desembarcar en la Base Spegazzini, justo enfrente del Glaciar, donde hay un refugio en el que reponer fuerzas antes de regresar al campamento base en la ciudad El Calafate. Otra opción que propone la empresa Solo Patagonia es hacer este mismo recorrido por la tarde. Se trata del programa Sunset para poder disfrutar de los colores que ofrece la puesta de sol.
Muchas son las actividades que se pueden realizar desde El Calafate y sería imposible enumerarlas todas, pero habría que destacar la posibilidad de conocer lugares tan significativos como El Chatlen, junto al lago Viedma, que se encuentra a los pies de la mítica montaña del Fitz Roy, reto continuo para los alpinistas, pues aunque es tan alta como nuestro pico Aneto, la climatología es tan adversa que la dificultad de su escalada se multiplica exponencialmente. O hacer una escapada internacional, pasando a Chile, para ver las míticas Torres del Paine con vuelta esa misma noche a El Calafate.
Y de regreso de la excursión, admirados pero también exhaustos, no hay como una buena ducha e ir a cenar el típico cordero patagónico o el tradicional bifé de chorizo, como el que ponen en el Restaurante Mi Rancho, de la avenida 9 de julio, un lugar de ambiente muy agradable con una elaborada comida de gran calidad.
