Se necesitan Shakiras en los negocios familiares y en la política nacional para destapar a los mangantes

Imagínense que los disidentes de las empresas familiares comenzaran a escribir canciones a sus familiares traidores. El mundo tendría una nueva banda sonora.

Perales en su día ya compuso una canción para Julio Iglesias tras su ruptura con la mami de Tamara, pero el cantante no se atrevió a interpretar: “¿Y como es él?”

Tal vez en la letra de Shakira se muestren algunos aspectos destructivos que nada aportan a la relación, pero al menos, la chica ha quedado desahogada.

Desamor, frustración, cuernos, venganza, pero expresa lo que siente.

Lo que está claro es al contar sus vivencias y ampararse en la libertad de expresión, Piqué no puede tomar ninguna medida legal contra la rentable revolución mediática de su ex.

En la novela El testamento del Gallo, escrita por Alfredo Muñiz, a la venta en Amazon,  la actitud de empoderamiento de Shakira ocurre lo mismo que con el personaje de Carlotiña y su blog que se ha convertido en el temor de sus parientes mangantes. En estos momentos, su autor Alfredo Muñiz se encuentra terminando la segunda parte de la trilogía.

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La censura como arma contra la verdad versus la autocensura como justificación de la paz familiar

Seguramente, haya pacientes que no quieran escuchar la palabra cáncer. Tratar las formas de prevenirlo y los remedios postoperatorios es algo que puede salvar vidas humanas. ¿Te atreverías reprocharle a un médico que escriba sobre los tumores malignos que pueden causar la muerte porque no te gusta escuchar lo que tanto daño causa?

Lo mismo ocurre a los consultores en Empresa Familiar al abordar los males habituales que padecen los negocios. Supuestos líderes o Generalísimas no quieren ni oír hablar del tema, piensan: “todo está bajo control”. Discrepar no es de buena educación. Los sabelotodo dictadorzuelos no necesitan ir al médico porque se creen inmortales, todopoderosos y con la verdad absoluta… Craso error.

Los problemas surgen, sobre todo, en la tercera generación de una empresa familiar, de ahí el escaso porcentaje de sagas que sobreviven a la cuarta generación. Uno de los males, brota en el empeño de los líderes en aferrarse al cargo, los modelos personalistas van en contra de los intereses de la empresa, y más si se adoptan actitudes totalitarias. La sociedad actual necesita verdaderos líderes que sepan impulsar un liderazgo compartido.

De ahí que en las auditorías, sea complicado hacer ver los escollos a algunas clases dirigentes. De forma muy sutil, se trata el asunto como “oportunidades de mejora”, disfrazando pequeños cambios en un largo proceso de futuro más participativo.

Algunos de los “achaques” habituales de las sociedades familiares son los desequilibrios entre remuneración y dividendos; la confusión entre la familia y la empresa; el desorden entre propiedad y capacidad; la confusión entre dirección (decisiones del día a día) y el gobierno (estrategias a largo plazo), por tanto, Consejos de Administración no profesionalizados; la falta de comunicación y la escasa transparencia; la cultura societaria decadente, y creerse vacunado de todos los males.

Aquí no hay vacuna que valga, ni Pfizer, ni Moderna, ni AstraZeneca son efectivas. El virus se va expandiendo entre familia y empresa. Al final, el maldito coronavirus destroza la gallina de los huevos de oro. La única prescripción efectiva es un cambio en la cultura empresarial.

¿Se pueden mezclar los sentimientos y los negocios?

Tal vez hemos detectado el tumor maligno más peligroso en los procesos de sucesión. De ahí, la importancia de dejarse aconsejar por un experto independiente. Las grandes sagas son conscientes del escollo, para ello contratan consejeros externos independientes, y gestionan la selección de personal con criterios muy estrictos, en especial, para la familia empresaria. El problema surge con la poda del árbol familiar que trataremos con más detenimiento en otro capítulo.

Otro error habitual suele ser la falta de profesionalización de los Consejos de Administración, controlados por la dirección general. El Consejo de Administración debe ser un órgano de control y transparencia.

Recuerden que en los estatutos de algunas grandes empresas exigen incompatibilidad entre los cargos de director general y consejero. ¿Se han preguntado la razón? Aunque también es habitual que existan consejeros ejecutivos: miembros del equipo directivo de la empresa. Además de consejeros dominicales e independientes.

Oportunidades de mejora en una empresa familiar feliz y rentable

En los protocolos familiares de las sagas centenarias se establecen unos rígidos y rigurosos procesos de selección para incorporar a los parientes en puestos de dirección, exigiendo formación, habilidades, educación y experiencia. Incluso los más profesionales no admiten a sus hijos en sus despachos, véase los socios de Garrigues Walker.

Hay familias centenarias que exigen: un máster en una de las tres universidades más prestigiosas en el ranking internacional; experiencia laboral en el extranjero de dos años como mínimo, y otros 5 años de experiencia en el mercado nacional. Tras cumplir dichos requisitos, un jurado de independientes y familiares decidirá si son aptos para el cargo vacante en la empresa familiar.

El conflicto surge cuando se discrimina a unos miembros de la saga, y no se utiliza la misma vara de medir para todos. Cuando no se analizan las capacidades de cada posible candidato; infravalorando a unos, y sobrevalorando a otros; llegando a marginar a los más capacitados, y promocionando a los más dóciles.

Los criterios emocionales, los intereses creados, el favoritismo y los puestos de conveniencia se entremezclan en un laberinto desorganizado. Los agraviados y resentidos se convertirán en disidentes. Se irán apartando de la empresa y solicitarán la venta de su paquete accionarial, comenzarán las discusiones por las valoraciones y los desencuentros familiares que pueden provocar graves repercusiones en el negocio.

La función del verdadero líder es buscar el equilibrio entre todos los pilares de la empresa, y lograr que cada miembro puede contribuir en función de sus capacidades e intereses, con aquello que mejor sepa realizar, o bien, establecer una poda del árbol familiar consensuada, compensado a los perjudicados con otros bienes. Lo relevante del asunto es tomar conciencia de los problemas y aprender a gestionarlos. No bloquearse en una huida hacia adelante, evitando enfrentarse a la cruda realidad.

La autocrítica es necesaria, sin embargo, determinados líderes prefieren el endiosamiento. Un orgullo extremado que les impide ver la realidad o prefieren mirar hacia otro lado y construir su propio universo, e incluso se atreven a modificar la historia de acuerdo a sus intereses. Siempre tienen toda la razón, y si alguien osa contrariar sus ideas, está equivocado e intentan acallarle.

El derecho a expresar lo que se piensa y lo que se siente con libertad

Para elaborar un protocolo familiar se deberán organizar reuniones individuales y reuniones colectivas para debatir las distintas opciones. Cuando alguien decide lo que te conviene sin tener opción a expresar tu propia opinión, ni a elegir o plantear alternativas constructivas, la situación suele desembocar en desacuerdo.

Por todo ello, en las empresas se deben constituir Órganos de Gobierno profesionalizados para lidiar los temas relevantes relacionados con la empresa y que afecten a la familia, o a las decisiones importantes de inversión. Cuando los Órganos de Gobierno no están profesionalizados convergen en carencias de comunicación. Ante el asunto, no se puede intentar acallar a los discrepantes. La acción de censurar está relacionada con corregir o reprobar algo a alguien y formar un juicio propio sobre el asunto. Sin escuchar, ni dar voz a lo que piensa la otra parte.

El censor oficial impone supresiones o cambios en algo que no le gusta, según sus criterios subjetivos. Es decir, un comentario en una red social, por ejemplo, puede ser gracioso para unos, y ofensivo para otros. Algo escrito sobre la familia, puede ser apropiado o no, según convenga. Incluso se puede manipular la historial familiar de forma oficial en la página web institucional y desacreditar la historia verdadera, simplemente porque no es del agrado del que manda. O poner en entredicho asuntos basados en la legislación vigente que pueden molestar al destapar la realidad porque afecta a sus propios intereses. Téngase en cuenta que el código civil, la ley hipotecaria, la constitución y el sistema tributario español son de obligado cumplimiento. Y la ignorancia de las leyes no exime de la obligación de cumplirlas. Luego vienen las inspecciones fiscales y las sanciones por los errores cometidos. Al final, ¿de quién debería ser dicha responsabilidad?

A lo largo de la experiencia profesional, me he topado con tal cantidad de casos insensatos que tendría para escribir una trilogía novelesca.

Me viene a la memoria, unos hijos que tuvieron que denunciar a un padre porque estaba descapitalizando la empresa a través del juego en un casino, los beneficios eran abonados en la cuenta de su secretaria que se había convertido en su amante. ¿Lo calificarían de culebrón turco o telenovela mexicana? La realidad suele superar a la ficción, el caso descrito ocurrió en una empresa española.

Recordemos que vivimos en una democracia, algo que olvidan los cabecillas más dictatoriales, en el artículo 20 de la constitución española “se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. (…)

El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial”.

Autocensura por la paz familiar

Entre las acepciones de la palabra censura, esgrimidas por la RAE, figura la relacionada con la psicología: “Conjunto de factores que regulan determinados hechos psíquicos permitiendo que algunos emerjan a la consciencia y otros se repriman”. Interesante definición, pero cuando se practica la autocensura para preservar la paz familiar significa que algo está fracasando en el seno de la familia.

Las familias abducidas por la justificación de la paz familiar viven en una autocensura permanente que impide cambios. Todo está establecido y no se admiten críticas. “Todo va bien. Estamos curados de todos los males….”.

La evolución supone una serie de transformaciones continuas. Mientras que la revolución implica un cambio profundo, generalmente violento, bien sea en el seno familiar o en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad.

Ante las injusticias no resueltas, se produce un levantamiento o sublevación popular. Es evidente que no se puede abordar un problema actuando como un elefante en una cacharrería, pero a veces es inevitable enfadarse cuando la gota colma el vaso.

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”, escribió Aristóteles, en el siglo IV a. C., en el libro dedicado a su hijo, “Ética a Nicómaco”.

Aprendamos de los clásicos y busquemos un camino hacia la excelencia, un viaje sin destino final. Implantando un sistema de gestión de mejora continua, evitaremos las revoluciones. Nadie es poseedor de la verdad absoluta, cada uno puede tener su parte de razón. A través del diálogo se puede llegar a acuerdos, centrándonos en los intereses comunes, pero sin menospreciar la inteligencia del contrario. Sin implantar regímenes autoritarios. No matemos la gallina de los huevos de oro, ni metamos una zorra en el gallinero, actuemos con prudencia.

La crisis económica actual es dura para la supervivencia de todas las empresas y puestos de trabajo, pero es mucho más seguro un contrato fijo en una empresa familiar de la que eres accionista. ¿Qué ocurrirá con el resto de accionistas que se verán obligados a acudir a las colas de las oficinas de desempleo con millones de candidatos en paro?

¿Será aconsejable convertir la Empresa Familiar en una oficina de colocación?, ¿están preparados todos los accionistas para ser consejeros de un Consejo de Administración profesionalizado?, ¿intentarán algunos familiares aprovecharse de la empresa para sobrevivir?

Temas delicados y que necesitan un análisis profundo.

LIBERTAD CON MAYÚSCULA

Hay miembros de empresas familiares que se sienten como los secuestrados que padecen el Síndrome de Estocolmo, han sido educados en una cultura empresarial que oprime, desprecia, ignora, arrincona, acosa psicológicamente y censura a sus componentes. No obstante, los perjudicados llegan a considerar la situación de desagravio como algo normal, y no se rebelan por miedo, por temor, por falta de dignidad, por acomodarse a las circunstancias, por no disgustar a los padres o por excusas como la paz familiar…. Llegan a vivir toda la vida oprimidos como en la China comunista, la Cuba de los Castro o la dictadura venezolana.

Recordemos que el Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía. No les importa que hayan sido privados de su libertad.

En algunas dictaduras familiares ocurre lo mismo.

La RAE establece 12 acepciones de la palabra LIBERTAD, entre otras destaca: “Estado o condición de quien no es esclavo. Estado de quien no está preso. En los sistemas democráticos, derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas”.

El escritor Antonio Gala llegó a ser amenazado de muerte por sus obras de teatro irónicas, en época de la censura franquista. Hoy en día, las mismas representaciones pasarían inadvertidas ante las nuevas circunstancias socio-políticas. Los herederos de las empresas familiares también llegan a ser amenazados sino bailan al son de los caciques. C´est la vie.

Informa Alfredo Muñiz.

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