Piden dos años y tres meses de cárcel para Guillermo Cruz, ex sumiller de Mugaritz, además Aduriz exige una indemnización de 31.854 euros
Rico y de repente no puede ser santamente. Mezclar negocios y amistad o empresa y familia puede ser peligroso si no se actúa de forma íntegra y legal. Del mayor amigo puedes recibir la mayor pedrada. Sino pregunten a Andoni Luis Aduriz, chef de Mugaritz, uno de los mejores restaurantes del mundo galardonado con dos estrellas Michelin.
Ahora se destapa, que su ex mano derecha, el ex sumiller y ex jefe de sala Guillermo Cruz, ha sido acusado de apropiarse presuntamente de botellas de vino que comercializó para su propio beneficio.
Hace cuatro años fue despedido de manera supuestamente “improcedente” y el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco validó la sentencia en 2019. El tiempo pone a cada uno en su lugar, en estos momentos, el cocinero y su ex amigo y ex empleado se vuelven a ver las caras en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa para conocer el veredicto de la Justicia.
Aduriz acusa a su ex jefe de sala de haberle robado, este se defiende alegando que el vino con el que comerciaba era de su propiedad.
El fiscal pide dos años y tres meses de cárcel para el que fuera uno de los mejores sumilleres del mundo, además de una indemnización de 31.854 euros por las botellas presuntamente robadas en 2018.
El asunto fue destapado por la contable de Aduriz, cuando se dio cuenta de que en el inventario no aparecía un valioso Borgoña. Fueron tirando del hilo, e igual que en la novela EL TESTAMENTO DEL GALLO, escrita por Alfredo Muñiz, se destapan asuntos turbios que tendrán que ser juzgados en los Tribunales, al no aclararse por la vía amistosa.
Por lo visto, el sumiller compraba vinos a los proveedores para lucrarse personalmente. Aunque estaba dado de alta a tiempo completo por el restaurante, y además del sueldo fijo, supuestamente le pagaban la cotización a la seguridad social. Incluso, la relación de amistad con el dueño del establecimiento era tan buena que Aduriz le permitió guardar unas 83 botellas de vino de su propiedad en la bodega del restaurante en las mejores condiciones para su perfecta conservación.
Pese a la defensa del sumiller de que él todo lo que hizo era legal, sin embargo, sorprende que no haya interpuesto una denuncia a Aduriz por injurias y calumnias. El juez tendrá la última palabra, pero ya saben lo que dice el refrán: «Del mayor amigo, la mayor pedrada o tu propia hermana te puede chupar hasta la sangre en la herencia…». Tan solo podemos añadir que en las muchas entrevistas que le hemos hecho al maestro Aduriz siempre nos ha parecido una persona con un gran corazón y presuntamente se han aprovechado de esa generosidad que caracteriza al vasco. ¡Ay, si muchas familias hicieran inventario en sus bodegas y en sus negocios…!, ¡qué, Dios los coja confesaos!
En este caso, el propietario tuvo suerte y el presunto ladrón no había comprado al contable. En el supuesto de que un administrativo de la empresa estuviera también implicado en «el escándalo», el dueño del negocio podría realizar una codemanda, incluyendo entre los acusados al mangante de los trapicheos contables. C´est la vie. Informa Alfredo Muñiz.
