Del discurso del Rey Felipe a la reflexión de un plebeyo

Brillante discurso real ensalzando la Constitución como meta de unidad

Al escuchar al Rey Felipe en su discurso de Nochebuena alertando sobre el peligro de la discordia entre los españoles y reivindicando la constitución para preservar la unidad de España y la Corona frente a la amenaza de un Gobierno con miembros supuestamente republicanos, me acordé de las advertencias que llevo haciendo desde hace más de 30 años sobre los peligros en las empresas familiares sino se consensua un protocolo familiar, una especie de «constitución» para resolver conflictos.

El rey desde su prudencia no menciona el hecho de que las personas «tóxicas» pueden destrozar nuestra democracia. En el mensaje de Nochebuena del director de esta web sí se menciona dicho aspecto.

Les voy a reproducir un reportaje publicado en el diario La Nueva España el 29 de noviembre de 2007, firmado por E. CAMPO. En aquella época Alfredo Muñiz ostentaba el cargo de tutor de las empresas familiares en la Cámara de Comercio de Avilés y comarca. Además, formaba parte del sanedrín cameral en la Cámara de Comercio de Madrid encargado de formar y tutorizar a las PYMES familiares.

Empresas familiares, carrera de relevos

El economista Alfredo Muñiz alerta a los líderes de pymes de que aferrarse al cargo y posponer la sucesión perjudica al negocio

Alfredo Muñiz, en primer término, ayer, durante el curso para pymes. 
Fotógrafo: MIKI LÓPEZ

Del peliagudo asunto de la sucesión en las empresas familiares habló ayer el economista, consultor y auditor Alfredo Muñiz, que imparte un curso en la Cámara de Comercio a una docena de empresarios de la comarca. Los problemas surgen, sobre todo, en la tercera generación de una empresa familiar. El gran problema que tienen las pymes españolas es, según Muñiz, el empeño de los líderes en aferrarse al cargo, retrasando cada vez más su jubilación, sin organizar una sucesión paulatina y temprana. Usando el símil deportivo, el ponente explicó: «En una carrera de relevos se debe pasar el testigo a la generación siguiente para que continúe corriendo. Si lo das a los 65 años y los herederos tropiezan, hay tiempo para remediar el desastre; pero si lo pasas a los 85, ya será muy difícil», explicó. Así que los modelos personalistas van en contra de los intereses de la empresa, según afirmó.

Otras enfermedades de la empresa familiar son los desequilibrios entre remuneración y dividendos, confusión entre la familia y la empresa, el desorden entre propiedad y capacidad, confusión entre dirección (decisiones del día a día) y gobierno (estrategias a largo plazo), falta de comunicación, escasa transparencia, cultura societaria decadente y creerse vacunado de todos los males. También aconsejó elegir al sucesor en función de la formación, las habilidades, la educación y la experiencia.

Los grandes problemas se producen al pasar de la segunda a la tercera generación de empresarios. «No es lo mismo una segunda generación, donde los hermanos se conocen bien entre sí, que una tercera, donde hay familiares dentro y fuera de la empresa, y un «sindicato» de agraviados y resentidos», señaló Muñiz. Con una silla en ristre, destacó una de las reglas de oro de la empresa familiar: que el líder busque el equilibrio entre todos los pilares, teniendo en cuenta que siempre hay «alguna pata que cojea».

Los empresarios participantes realizarán durante el curso un autodiagnóstico de su negocio, y también desmenuzarán la película «La herencia», que aborda el relevo generacional. La sesión formativa continuará esta tarde.

MENSAJE DE NAVIDAD DE SU MAJESTAD EL REY 2023

Como cada Nochebuena, tengo la oportunidad de felicitaros la Navidad y de transmitiros, junto a mi familia, nuestros mejores deseos. Es una tradición que me agrada mantener y que también me permite hacer llegar a vuestros hogares algunas reflexiones sobre nuestro presente y sobre los retos que se nos plantean como país.
Las dificultades económicas y sociales que afectan a la vida diaria de muchos españoles son una preocupación para todos. Una preocupación que se manifiesta, especialmente, en relación con el empleo, la sanidad, la calidad de la educación, el precio de los servicios básicos. Desde luego también con la inaceptable violencia contra la mujer o, en el caso de los jóvenes, con el acceso a la vivienda.
Así pues, son muchas las cuestiones concretas que me gustaría abordar con vosotros hoy, si bien esta noche quiero centrarme en otras que también tienen mucho que ver con el desarrollo de nuestra vida colectiva. Es a la Constitución y a España a lo que me quiero referir.
Este año, nuestra Constitución ha cumplido 45 años. Durante estos años de vida democrática, la Constitución, que la Princesa de Asturias juró el pasado 31 de octubre, ha estado presente ininterrumpidamente en nuestras vidas. Y es, sin duda, el mejor ejemplo de la unión y convivencia entre españoles.
No podemos olvidar que uno de nuestros grandes activos en democracia es, precisamente, esa convivencia basada en sentimientos compartidos y en la búsqueda común del bienestar y la prosperidad de todos.
En Asturias en octubre pasado, señalé -y así lo creo-, que es con la unión, con el esfuerzo colectivo y con las actitudes solidarias como se construyen las grandes obras, las que trascienden a las personas, las que duran y permanecen en el tiempo. Es así como un país progresa.
Naturalmente, en España todo ciudadano tiene derecho a pensar, a expresarse y defender sus ideas con libertad y respeto a los demás. Pero la democracia también requiere unos consensos básicos y amplios sobre los principios que hemos compartido y que nos unen desde hace varias generaciones.
Y esa unión, que tiene profundas raíces históricas y culturales, debe descansar sobre todo en los valores que rigen toda convivencia democrática: la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político.
Esos son los valores que nos cohesionan, que le dan fortaleza y permanencia a un sistema democrático como el nuestro.
Y así los define y establece nuestra Constitución, que ha sido el mayor éxito político de nuestra reciente historia, y que supuso la culminación de un proceso que mereció una admiración y un reconocimiento internacional extraordinarios.
Gracias a ella, España consiguió construir y consolidar una democracia plena, abierta e integradora, un Estado Social y Democrático de Derecho, que ha asegurado nuestra convivencia y que nos ha permitido superar diversas y graves crisis en los últimos años. Esa es la evidente realidad de nuestra historia reciente constitucional.
Gracias a la Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia; que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas. Superar esa división, por tanto, fue nuestro principal acierto hace ya casi 5 décadas. Por eso, evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir.
Y hay otra dimensión de la Constitución en la que a menudo no reparamos, y que sin duda es también muy importante: La que nos permite asegurar nuestro modelo de vida, nuestra forma de vivir y de entender la vida. Expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad, es sin duda clave en nuestro día a día. También lo es, acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno… Todos esos hechos diarios -y muchos más- son los que la Constitución ampara, garantiza y protege.
Por ello, quiero reivindicar la Constitución no solo como valor democrático de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con confianza, con estabilidad, con certidumbre. Para que podamos disfrutar libremente de una vida en la que cada uno -con sus circunstancias- pueda ver razonablemente satisfechas sus legítimas expectativas, sus ambiciones, proyectos y necesidades.

Pero es evidente que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido no solo se requiere que la respetemos, sino también que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa; su razón de ser como pacto colectivo de todos y entre todos para un propósito compartido.
Y, finalmente, exige que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional.
Por tanto, fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad.
Y junto a la Constitución, España.
Los españoles iniciamos hace ya casi medio siglo un nuevo camino; lo hicimos juntos, democráticamente, en un proyecto común. Aprobamos una visión compartida de España que reconoce el derecho de todos a sentirse y a ser respetados en su propia personalidad y en su cultura; con sus lenguas, tradiciones e instituciones.
Y hoy, España es una sociedad fuerte, que ha demostrado muchas veces los valores que forjan nuestro sentido como comunidad política:
Hemos sido solidarios con quienes han sufrido la adversidad;
Hemos tenido un comportamiento cívico ejemplar en la superación de la COVID;
Hemos demostrado coraje, dignidad y principios frente al terrorismo;
Y hemos expresado y -sobre todo- defendido nuestros valores constitucionales cuando estos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo.
Y todo ello, también lo hemos hecho juntos y de acuerdo con el marco constitucional, decidido por todos los españoles.
La razón última de nuestros éxitos y progresos en la historia reciente ha sido precisamente la unidad de nuestro país, basada en nuestros valores democráticos y en la cohesión, en los vínculos sólidos del Estado con nuestras Comunidades Autónomas y en la solidaridad entre todas ellas… Basada también en nuestra apertura al exterior con una profunda vocación iberoamericana y europea. Precisamente, España ha presidido el Consejo de la UE durante el último semestre, en el que se ha reforzado la unidad de Europa.
No tengo duda de que la unidad, será también la clave para que podamos afrontar con éxito los serios y complejos retos de futuro a los que España se enfrenta hoy.
Para abordar ese futuro, todas las instituciones del Estado tenemos el deber de conducirnos con la mayor responsabilidad y procurar siempre los intereses generales de todos los españoles con lealtad a la Constitución. Cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le estén atribuidas y cumplir con las obligaciones y deberes que la Constitución le señala.
Debemos respetar también a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio. Y finalmente debemos velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país.
España ha tenido a lo largo de su historia, durante siglos, la responsabilidad de influir en el rumbo de la Humanidad. Como también ha atravesado períodos de tragedia, silencio, aislamiento y dolor. Pero el pueblo español los ha superado siempre; ha conseguido sobreponerse, sabiendo elegir su camino con fortaleza y con el orgullo de los pueblos que son y quieren ser.
Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos, para así sentirlo más y cuidarlo entre todos. Así podremos cumplir mejor con la obligación de la que hablé hace unas semanas en las Cortes: la de garantizar a las jóvenes generaciones el legado de una España unida, cohesionada, con voluntad de entendimiento, y sólida en sus convicciones democráticas, cívicas y morales; el legado de una España respetada, de una Nación querida, en la que puedan continuar desarrollando sus vidas de manera libre, de manera segura en un entorno de estabilidad y confianza.
España seguirá adelante. Con determinación, con esperanza, lo haremos juntos; conscientes de nuestra realidad histórica y actual, de nuestra verdad como Nación. En ese camino estará siempre la Corona; no solo porque es mi deber como Rey, sino también porque es mi convicción.
Gracias por vuestro tiempo en esta noche y junto a la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía os deseamos una feliz Nochebuena, con un recuerdo muy especial para quienes, en este momento, con dedicación y entrega, velan por la seguridad de todos, y por el funcionamiento de los servicios públicos.
A todos, Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal y Boas festas.  Muy buenas noches; y Feliz y próspero año 2024.

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