¿Existe la discriminación laboral por orientación sexual?
El corto revela el sentimiento de un empresario homófobo… “Implicación” es un cortometraje en 35 mm, protagonizado por Loles León y Antonio Valero, con producción ejecutiva de Encarna López, escrito y dirigido por Julián Quintanilla.
¿Es el gay un blanco fácil para el acosador en el trabajo?
Evidentemente el acoso en el trabajo afecta a todo el mundo, ya sean homosexuales, bisexuales o heterosexuales. No obstante, es más fácil ridiculizar un amaneramiento o hacer burla de las relaciones entre parejas del mismo sexo. Calificativos como “maricón” o “de la acera de enfrente” tienen un claro componente despectivo en un ambiente profesional. Lo mismo ocurre en el caso de lesbianas con marcada personalidad.
Aunque la justicia indemnice a los que sufren acoso laboral en el trabajo, el daño psicológico jamás se compensa. «En las sociedades de nuestro mundo occidental, el lugar de trabajo constituye el último campo de batalla en el que una persona puede matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser procesada ante un tribunal», según explica el psicólogo sueco Heinz Leymann.
Cero desprecios: ¿El mejor desprecio es no hacer ningún aprecio?
En muchas organizaciones se vive un autentico pulso entre David contra Goliat. La crisis ética es algo innegable en nuestra sociedad, situaciones en las que «todo vale» se convierten en cotidianas. Con tal de obtener el mayor beneficio económico, un triunfo político o un mayor prestigio social, no importa destrozar la vida de una persona. El «mobbing» o acoso psicológico en el trabajo se ha convertido en un arma contra los supuestos “agentes peligrosos”, para el acosador. El anglicismo «mobbing» se define como una situación en la que se ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y prolongada, con la finalidad de destruir la reputación de la víctima, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente abandone la organización a la que pertenece. Por desgracia se puede actuar impunemente, imponiendo condiciones laborales nefastas o provocando situaciones intolerantes. Desprestigio, persecución, rechazo, marginación frente a desorientación, impotencia, ansiedad y depresión.
La historia suele terminar con un final amargo; generalmente la resolución del contrato de trabajo en caso de que exista. Los más fuertes llegan a un pacto con la empresa, negociando su salida. Y en determinados casos el tema se salda con un cambio deresponsabilidades. En definitiva, nos encontramos ante una forma de «despido» cruel, lenta y penosa. El coste de estas actitudes es muy negativo para la empresa y para el afectado. Por un lado se traduce en absentismo, menor rendimiento y un mal clima laboral. Las consecuencias llegan a la familia, debido al estado de ansiedad y depresión. Las personas bajo estado de «mobbing» tienen mayor riesgo a sufrir accidentes, enfermedades, arranques emocionales y, en casos extremos, trastornos paranoides o suicidas.
Además, este tipo de situaciones provocan cambios de conducta en el individuo. Unos empiezan consumiendo más café, otros buscan remedios en pastillas, intentan olvidar con el alcohol o evadirse con las drogas. Los hay que se hacen adictos a la nicotina o saquean la nevera para calmar su ansiedad. Sea como fuere, muestran una mayor excitabilidad, insomnio y pérdida de estabilidad emocional.
Aunque la justicia indemnice al acosado y le dé la razón, el daño psicológico jamás será recompensado. El dinero no soluciona los problemas morales, las cicatrices después de años de acoso son siempre difíciles de borrar. El apoyo de la familia y los amigos es fundamental, para evitar que el acosado se encierre en sí mismo; pero en la mayoría de los casos no se acude a las raíces. El acosador suele ser una persona que ostenta poder y pretende que su víctima se autoexcluya en su propia organización. Las causas de esta conducta son muy variadas: unas veces son consecuencia de falta de organización, mediocridad o afán de liderazgo. En otros casos, es fruto de envidias, causas psicopáticas, perversidad o corrupción. El acosador suele chocar con alguien mejor capacitado, a quien critica cualquier iniciativa. El agresor no tiene ningún sentimiento de culpa, incluso llega a adoptar actitud paternalista, tratando a adultos como si fueran infantes.
Paradójicamente, el perfil típico de un acosado es el de una persona íntegra, que defiende los valores, la justicia y la ética en los negocios y en la política. Suelen estar muy capacitados, tener un gran sentido del compañerismo y ser unos excelentes trabajadores, apreciados por todos, independientes y con iniciativa. Sin embargo, al ser personas brillantes se convierten en envidiables y peligrosas para el agresor, que teme perder sus cuotas de protagonismo. Sobre todo, si proponen cualquier tipo de reforma o difieren con las directrices marcadas por el gran líder. Cualquier cambio es considerado una amenaza. Por el contrario, también son blanco fácil para un acosador las personas vulnerables sobre las que el agresor puede descargar sus propias frustraciones.
“Mobbing” en el trabajo: ¿un crimen perfecto?
Según el «informe Cisneros» realizado hace ya algunos años, los autores de maltrato psicológico en España son jefes o supervisores en un 70,3% de los casos. Este tipo de acoso es conocido como «bossing»; en un 26% el hostigamiento ocurre entre compañeros del mismo rango y en un 3,5% son los subordinados los que acosan a sus superiores.
Por último, reseñar que en el caso de que el mobbing se produzca en el puesto de trabajo es necesario recoger evidencias durante más de 6 meses para demostrar ante la Justicia que se ha sufrido acoso psicológico.
La excelencia en la gestión y en la política no supone solamente cero defectos del producto o servicio, sino también cero desprecios. Los puentes de diálogo son imposibles de construir cuando una de las partes impone sus ideas dictatoriales. Para el psicólogo sueco Heinz Leymann el acoso supone un crimen perfecto: «En las sociedades de nuestro mundo occidental, el lugar de trabajo constituye el último campo de batalla en el que una persona puede matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser procesada ante un tribunal».
Informa Alfredo Muniz, economista especializado en Psicosociología Aplicada.
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