El bailador de flamenco Pepe Flores ha sido el ganador de la edición de Gran Hermano 12+1. Sorprende que la concursante canaria Noemí no haya sido invitada a la final para disfrutar del momento de gloria. A la postre, Noemí también ha sido ganadora junto con Pepe Flores y, sin embargo, ha sido “censurada” por la dirección del programa. El conflicto surgió cuando la concursante se derrumbó al no permitir que se escarbara en su comportamiento erótico festivo con Alessandro, que ha quedado el cuarto finalista. Mercedes Milá ha confesado que Noemí no ha sido invitada a la final para evitar más desencuentros…. Entretanto Dani se ha posicionado en tercer lugar y María ha obtenido la medalla de plata de esta edición. En realidad, María ha logrado para muchos la medalla de oro con sus posados en Interviú.
El Gran Hermano, Noemí, Mercedes Milá y el vino que bebe Asunción
Que la presentadora Mercedes Milá es una profesional del espectáculo de “Gran Hermano 12+1”, nadie lo pone en duda. Que Noemí se vuelve loca por su Aless es más que evidente. Conocidas son las torpezas de la chica para confesar al italiano sus aventuras con Fael en su paso por ‘Big Brother Brasil’. El público es consciente de los cambios psicológicos de la canaria cada vez que se acuerda de las imágenes repetidas hasta la saciedad por TeleCinco. Pese a todo, el show debe continuar. Y para una veterana como Mercedes Milá, la joven Noemí es un juguete roto que vende más al derrumbarse ante las cámaras. El morbo aumenta cuando le mete el dedo en la llaga.
La presentadora se dejó tocar el pecho en directo y enseñó las bragas como si fuera una broma picarona. ¿Estaría entonces acosando a Cristian? Danonino no sabía donde meterse ante las proposiciones de la Milá…
Ahora la misma estrella televisiva se viste de Rotenmeyer para recibir a Noemí y critica un presunto “acoso” a Alessandro, mientras el italiano disfruta de lo lindo con los juegos eróticos.
¿Prejuicios o el arte de amargar la vida al más indefenso para ganar audiencia? Como dice la canción “el vino que bebe Asunción ni es blanco ni es tinto ni tiene color” …
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Luchar contra los prejuicios es más difícil que bailar sobre el rabillo de una cereza. El arte de amargarse la vida
Elías organiza una cena para un grupo de amigos de la revista www.parahoreca.com
Como entrante ha preparado una crema de necoras para chuparse los dedos. A continuación servirá un rape a la sidra con almejas, y para rematar prepara unos frixuelos rellenos de compota.
Al poner la mesa se da cuenta de que se le ha terminado el vino, y los comercios ya han cerrado. En seguida repara que su vecino Xuan suele invitarle a un Chardonnay excelente.
Sin embargo, Elías empieza a murmurar consigo mismo y le asaltan dudas con prejuicios: “Entre vecinos es normal pedir prestada una botella de vino pero Xuan empina demasiado”.
Conforme va saliendo hacia el portal contiguo las vacilaciones corroen su cerebro: “Puede que no quiera dejármelo. Ayer lo encontré un poco raro. Quizá no le caigo bien o tal vez piensa que no se lo voy a devolver. Desde luego, si él viniera a pedirme una botella yo no tendría ningún reparo. Claro que él es muy sibarita. Estoy convencido de que es uno de esos pijos que sólo beben gran reserva. Además, seguro que piensa que soy un gorrón”.
No caigamos en el arte de amargarnos la vida por tonterías
De repente, Elías toca al timbre con rabia y antes de que su vecino Xuan pronunciase media palabra le espeta: “¿Sabes una cosa tontorolo? ¡Puedes quedarte con todo tu vino!”.
Los prejuicios provocaron que Elías no resolviera de forma satisfactoria un simple despiste casero. No caigamos en el arte de amargarnos la vida por tonterías. Luchar contra los prejuicios es en ocasiones más difícil que bailar sobre el rabillo de una cereza. Aunque quizá lo que pretendan algunos es utilizar la trampa de Lisardo: “A los niños los engaño con juguetes, y a los mayores con prejuicios”.
Alfredo Muñiz