Tal como informó PARAHORECA.COM sale a la luz “Adiós princesa”, un libro que dará muchos dolores de cabeza a Letizia Ortiz de Borbón pero también al resto de sus parientes. Para muchos el texto es una puñalada trapera a la princesa: “Su primo destapa que se sometió a un aborto”. Aunque la Iglesia deja entrever que el asunto siempre permanecerá confidencial bajo secreto de confesión según han relatado fuentes eclesiásticas a PARAHORECA.COM: ¿Habrá confesado la princesa Letizia su pecado de aborto?.
Al rey Juan Carlos lo tildan de “maleducado”. Por lo visto, “no respeta a nada ni a nadie”
“El rey no respeta nada ni a nadie. El rey es un maleducado. El rey pasa de todo. He leído y escuchado en muchos sitios que Juan Carlos mantiene una relación poco cordial con Letizia. Que se llevan mal, en resumen. Yo no lo percibí nunca así. El trato que el rey le dispensa a Letizia es parecido al que le ofrece a Sofía, a sus hijos o a sus nietos. En las numerosas ocasiones en las que los he observado, jamás he visto de Juan Carlos un gesto de cariño o afecto hacia su hijo. Ni hacia nadie. Juan Carlos trata a todo el mundo por igual, no debe ser clasista, con una indiferencia y un desdén tan palpables que impresionan. Como si estuviera por encima del bien, del mal y de nosotros. Como una deidad a un insecto”, escribe David Rocasolano.
Mientras que a la madre de Letizia, Paloma Rocasolano, la pintan como una complaciente aduladora compulsiva que sólo le falta limpiar con la lengua los zapatos de la reina, según su sobrino David Rocasolano, autor de la crónica.
Sobre la afición lectora de Letizia:
“Uno de los mitos más divertidos que ha aireado la prensa lacaya sobre mi prima es el de la voraz lectora. Mi prima no ha leído jamás otra cosa que periódicos, algún bestseller tipo Grisham o los libros que le obligaron a leer en el colegio y en la facultad. Durante el tiempo que yo trabajé en una conocida firma editorial, era frecuente que le regalara algún clásico ruso, recuerdo Guerra y Paz, o alguna reedición lujosa de literatura americana. Digo lujosa porque yo era consciente de que el libro iba a ir directamente como adorno a una estantería, ya que a Letizia jamás la iba a arrebatar el impulso de leerlo”.
Sobre las burlas de la prensa hacia los plebeyos emparentados con los Borbones:
“Se mofaron de nuestra forma de vestir. De los escasos dientes que lucen nuestras abuelas. Del menú. Del restaurante. De la orquesta. Incluso, para demérito de la grandeza de España, se regodearon en el hecho de que Felipe, como un paleto asturiano más, comiera langostinos congelados con la mano”.
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