Al organizar un viaje a Marruecos la mayoría de la gente piensa en destinos turísticos como Marrakech o Tánger, sin duda con una gran belleza y exotismo, pero abarrotada de turistas. Casablanca es famosa por su pasado y la localización de la mítica película con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. En los años 40, Casablanca era una ciudad a la que llegaban huyendo del nazismo gente de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo. Muy cerca se encuentra Rabat, capital de Marruecos, se localiza junto al río Bu Regreg y al océano Atlántico. Es famosa por los monumentos que reflejan su legado islámico y colonial francés, como la Alcazaba de los Udayas. Este fuerte real bereber está rodeado por unos jardines franceses y ofrece vistas al mar. El emblemático minarete de Hassan, del siglo XII, domina las ruinas de una mezquita.
Desde Rabat puedes viajar a Fez o volar directamente desde Madrid. Fez es una ciudad en el noreste de Marruecos, a menudo llamada la capital cultural del país. No en vano, aquí nació una de las universidades más antiguas del mundo y cuentan con una de las mayores bibliotecas del planeta.
Fes es conocida principalmente por su medina amurallada Fes El Bali, con arquitectura mariní medieval, animados zocos y un ambiente del mundo antiguo. En la medina hay escuelas religiosas, como Bou Inania y Al Attarine, ambas del siglo XIV y decoradas con elaborados tallados en cedro y adornos de azulejos. Murallas, jardines, el palacio real o el cementerio judío con su barrio lleno de joyerías y puestos callejeros son algunos de los atractivos de Fez. Una ciudad imperial que merece la pena conocer y que no está tan masificada como otras zonas turísticas de Marruecos. Cerca de la Puerta Azul, una de las entradas principales a la medina, encontrarás restaurantes donde sirven el menú del día a 7 €, incluye sopa harira, cuscus o tagine, postre y té moruno. Informa Alfredo Muñiz.




