Que la vida está muy achuchada para los griegos nadie lo niega. El cuento de la lechera griego se rompió hace años tras unos sueños de negocios basados en el fraude fiscal y una política expansiva del Gobierno griego que soñaba con crear empleo público para solucionar las altas tasas de paro y mantenerse en el poder. El cántaro de leche se rompió y la lechera se vio obligada a acudir a los socios comunitarios para hacer frente a los pufos. Los mandamases de la Troika no supieron sacar adelante el descalabro de la economía griega y ahora vienen las consecuencias. Ha llegado el salvador, un salvador que vuelve a prometer un cuento de la lechera que no tiene ni piés ni cabeza. Duplicación del salario mínimo, bonos de comida a tutiplén, electricidad gratis a 300.000 hogares que se encuentan a dos velas, y la reapertura de la cadena pública, entre otras medidas que supondrán el incremento masivo de funcionarios pagados con un inexistente dinero público….
El gobierno de Syriza se pone chulito y ahora en plena crisis no reconoce el poderío de la Troika, la tríada financiera formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Los dueños de la Acrópolis manifiestan que ellos no dialogan con este comité “creado con principios podridos”. Y para más INRI, el ministro griego también asegura que no aceptará el rescate comprometido por Samarás, o lo que es lo mismo que no quiere insuflar otros 7.200 millones a las arcas de Atenas.
En este pulso intentando recrear el milagro de los panes y los peces, también se frenan las privatizaciones que iban a reportar un respiro al Estado heleno. Ante esta situación, ¿de dónde van a sacar el dinero para hacer frente a su proyecto de Gobierno?
La fuga de capitales es un hecho evidente. Además la desfavorable situación de Rusia descarta la ayuda de Putin y las relaciones con China no se encuentran en su mejor momento. A Tsipras sólo le queda la opción de negociar con Alemania, con la Troika y con los mercados, lo demás son chorradas populistas.
Los analistas internacionales aseguran que sus pretensiones son una rebaja del objetivo de superávit al 1% que tendrán que negociar con la Unión Europea. Por otro lado, las presiones iniciales chulescas pretenden una condonación de la deuda y ahí reside la clave del cuento de la lechera. El gobierno de Syriza plantea una quita del 50 por ciento. Veremos.
Informa Alfredo Muñiz. Relacionado:
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