En vísperas de Semana Santa el chef David Muñoz, único restaurante en Madrid con tres estrella Michelín, anunciaba a través de twitter que más de 60 personas habían cancelado sus mesas en su restaurante DiverXO:
Además lamentaba que se registraran mil cancelaciones en fechas claves. Así las cosas, anunciaba huecos libres de última hora cuando la lista de espera en su local es de meses:
Como consecuencia a estas circunstancias, el cocinero ha establecido el pago previo de parte del precio del menú para reservar. De tal forma que si a última hora surge un imprevisto, el cliente tendrá que correr con un cargo por anulaciones de última hora.
El cocinero valenciano Quique Dacosta apuesta por la misma política de cobrar por la reserva, una práctica habitual en muchos restaurantes de lujo en el extranjero.
Tickets y 41º, dos de los proyectos liderados por Albert Adrià en Barcelona, también obligan a dejar el número de tarjeta de crédito si quieres reservar mesa. Por lo visto, en torno al 40 % de las reservas terminan dejando colgado al hostelero que se queja de tener que pagar los gastos fijos. Así la práctica habitual suele ser exigir unos 50 euros por comensal a la hora de reservar, dicha cantidad se les descontará en la factura final si se presentan. En caso de cancelación de última hora se quedan sin el anticipo. En «El Celler de Can Roca», de los hermanos Roca, también solicitan el número de tarjeta al realizar la reserva y, si se cancela con menos de diez días de antelación, la penalización es de 100 euros por comensal.
Carme Ruscalleda exige el número de tarjeta de crédito para mesas a partir de 15 personas y en caso de anulación pactan una cantidad para indemnizar por los inconvenientes causados. En caso de cancelación se acude a la lista de espera de clientes si se avisa con tiempo suficiente, el problema es que algunos comensales ni avisan de que no acudirán al restaurante. Informa Alfredo Muñiz.