Burofax contra los necios, dictadores, zorros y mangantes

“El que reparte siempre se lleva la mejor parte”, reza el refrán.

“Rico y de repente no puede ser santamente”, susurran los más impíos.

La egoísta “parte del león”

El dicho proviene de una fábula de Esopo. El toro, la cabra y la oveja se alían con el león para ir de caza. A la hora de repartir, el león divide la presa en cuatro partes y dispone: “Para mí la primera, porque me corresponde. Esta otra me la llevo por ser el más valiente. Y la tercera, como premio a mi destreza”.

A la hora de arrebatar la cuarta, le preguntan: “¿Por qué tienes derecho también a ese trozo? Y él responde: “¡Porque soy el león!”.

¿Qué hacer cuando se agota la vía amistosa contra el león?

Cuando la gota colma el vaso y se pierde la confianza por falta de diálogo, lo más aconsejable es recurrir al envío de un burofax.

Si después de solicitar por correo electrónico una documentación o de descubrir irregularidades se prefiere ahuecar el ala debajo del brazo, envíe un burofax al mangante de turno y tendrás una prueba ante el Juez de que la parte contraria actúa de mala fe, si no responde de forma urgente.

¿Pero qué es y para qué sirve un burofax?

Se trata de un servicio que permite enviar de manera urgente documentos que puedan requerir una prueba ante terceros. Y como tiene valor probatorio en caso de llegar a juicio, queda acreditado el contenido del texto, el emisor, el destinatario y la fecha de envío.

Si llega un burofax a tu nombre mi recomendación es firmar el acuse de recibo y leer atentamente el contenido del mismo para saber: quién lo manda, qué nos dice y si hay un plazo para realizarlo.

Si no se indica plazo hay que contestar lo antes posible, sin demorar la respuesta. En caso contrario, la parte contraria interpondrá una demanda.

¿Qué validez legal tiene un burofax?

Al tratarse de un documento físico que se entrega en la mano del destinatario, bajo firma que acredita el contenido de la misma, este tiene valor probatorio judicial y extrajudicialmente.

Se pueden enviar burofax que pueden ser utilizados en un juicio hasta cinco años después del envío. Correos a través de su web te facilita distintas opciones para enviar el burofax, con distintos costes, según el número de páginas enviadas. Así las cosas, puedes enviar un burofax desde tu oficina o desde el salón de tu casa, tan solo tienes que acceder a la web de correos, seguir los pasos que te indican y pagar con tu tarjeta de crédito.

A través de la web de correos también puedes consultar la hora exacta de recepción del burofax.

Lo normal es que, si el remitente no obtiene contestación rápida, ponga una demanda. Y en este caso, ya no hay vuelta atrás. lo más probable es que le condenen a pagar las costas, incluso sin que se llegue a celebrar el juicio. . Aunque no hay plazo legal ni obligación de contestar. es evidente que se usa el burofax como medio de prueba de un requerimiento. Si no se responde al requerimiento, nunca se solucionará el conficto a no ser que se acuda a la vía judicial.

A un burofax se debe responder con otro burofaxy siempre es recomendable ser asesorado por un abogado experto en la materia de que se trate, ya sea mercantil, civil, fiscal etcétera. Otra opción es ir al Juzgado y reclamarlo directamente.

Generalmente el burofax se envía cuando se agota la vía amistosa, cuando se rompe el diálogo, cuando se pierde la confianza en la otra parte, cuando se ocultan pruebas o documentación relevante o cuando se descubren presuntas irregularidades legales a las que no quieren responder ni dar explicaciones.

El burofax es un servicio al que se recurre cuando se desea enviar de manera urgente un documento que requiera una prueba ante terceras personas. Normalmente, es utilizado cuando es necesario obtener una respuesta ante una queja o reclamo.

Por tanto, lo correcto es responder de forma urgente.

El Rey borracho, obra de Mario Pavez

La parte del león con el zorro en el gallinero

En todos los ámbitos de la vida surgen conflictos. Peleas de niños, zancadillas de mayores y querellas de ancianos. Agresiones, insultos, discriminaciones, ninguneos e infinidad de arrebatos por no saber dialogar. La mediación es un proceso alternativo a la vía judicial que pretende resolver, entre otros, los problemas familiares. Para ello es necesaria la intervención de un profesional imparcial, el mediador, que facilita el entendimiento entre las partes, clarifica y genera opciones basadas en intereses. El mediador es un artífice de paz social donde todos salen ganando gracias a un acuerdo consensuado por los propios interesados. El pacto tiene que ser justo, equilibrado y tangible.

Llega la mediación familiar

Otra opción para no llegar a una ruptura familiar ni empresarial es recurrir a un mediador INDEPENDIENTE. El papel del mediador no es el de un juez, ni el de un abogado, sino el de un facilitador de la comunicación, fomentando el respeto y la transparencia. Para ello debe ser independiente y, por tanto, no tener ningún vínculo ni familiar, ni de amistad ni contrato de servicios con alguna de las partes interesadas. Si el mediador consigue que las partes se reconozcan como seres humanos, con necesidades e intereses, ayudará a transformar la sociedad. Aunque la diplomacia no es la panacea de todos los males puede ser la solución. El mediador es un agente de cambio que construye puentes de diálogo, ayuda a imaginar un futuro en positivo, estimula, promueve la reflexión y activa la búsqueda de nuevas estrategias.

Los acuerdos se traducen en convenios, aconsejable que sean legalizados por un abogado. En caso de propiedades, lo sensato es elevar a público los acuerdos privados.

Así las cosas, los economistas independientes podemos actuar como mediadores en casos de conflictos hereditarios en empresas familiares, al tener una clara visión de las valoraciones y de los aspectos fiscales. El problema surge en las familias autoritarias donde no existen Órganos de Gobierno (nota 1*) profesionalizados y las decisiones se rigen según los vaivenes de la vida o aquellos dictadorzuelos que contratan a sus propios asesores para defender sus propios intereses.

Aclarar que la mediación es una fórmula alternativa para resolver conflictos, pero en caso de que no se alcance un acuerdo, siempre se puede iniciar la vía judicial ordinaria.

En los juzgados, el juez podría informar de esa «vía alternativa» para los casos que considere conveniente para aliviar las largas listas de espera. De esta forma, con el apoyo necesario se puede llegar a una solución de mutuo acuerdo. Por ejemplo, en intervenciones penales juveniles, en conflictos surgidos en la pareja: crisis de convivencia, separaciones, reparto patrimonial, propiedades proindiviso entre distintas ramas familiares, acuerdos para fijar la patria potestad de los hijos etcétera. Sin embargo, cuando una persona anula completamente a la otra; cuando se la discrimina o se ignora; cuando se le oculta información; cuando se actúa de forma egoísta y autoritaria; cuando no se respeta la legalidad; ni la igualdad de derechos y obligaciones, o cuando hay violencia manifiesta, no hay mediación posible, la única vía de arreglo es la justicia.

El totalitarismo y la testarudez en las posiciones es imposible de mediar. El respeto a la identidad debería ser una necesidad básica del ser humano, y con las necesidades básicas ni se negocia ni se juega. Cada persona posee capacidad intelectual para pensar por sí mismo, y es capaz de decidir sobre cuáles son sus propios intereses, y desconfiar de alguien que cree lo que le conviene. O de alguien que quiere imponer sus criterios justificando la situación por circunstancias como “la paz familiar”, el victimismo, o alegando historias que no vienen a cuento. Hay que centrarse en lo realmente relevante, aclarar condiciones equitativas y límites; buscar soluciones ecuánimes que busquen igualdad entre las partes si se quiere llegar a un acuerdo justo.

Nuevos tiempos y nuevos métodos de trabajo. La mayor dignidad del ser humano es saber decir “no” ante situaciones despóticas que carecen de argumentos convincentes. Los dictadores utilizan el poder como arma de dominación. El verdadero líder resuelve los conflictos con la razón, respetando a las partes en desacuerdo, convirtiéndose así en una autoridad en el arte de resolver conflictos. Por eso, la mediación es aplicable a todos los ámbitos de la vida.

En las empresas familiares es muy útil para la resolución de problemas hereditarios. No obstante, para poder aplicarse, el primer mandamiento de toda familia empresaria debería fomentar la comunicación, la transparencia y la participación. Para ello es imprescindible instrumentalizar órganos de gestión que faciliten el consenso y el entendimiento entre las partes, en reuniones conjuntas donde se escuchen y debatan los intereses de todos. Igualmente es aconsejable la elaboración de un procedimiento que regule las relaciones entre la familia y la empresa, a través del protocolo familiar. Y también de otros procedimientos para regular todos los asuntos con intereses comunes, incluso con otros familiares no propietarios que pueden interferir en el desarrollo del negocio. De ahí, la relevancia de realizar una estricta selección de personal y de imponer reglas muy exigentes para la integración de familiares en la nómina de la empresa familiar. La mezcla entre familia y negocios es una bomba de relojería si no se implantan límites.

Las cláusulas leoninas no deben admitirse en ninguna negociación. Ya sea fabulando con un león en la selva, un zorro en el gallinero o una urraca en la cocina, en tales casos lo mejor es emprender acciones legales y dejarse de pamplinas. Por desgracia en las culturas dictatoriales la mediación es imposible y prefieren aplicar dichas cláusulas leoninas; estos casos se resuelven en el Juzgado. Para concluir, me gustaría recordar a John F. Kennedy, uno de los precursores de la filosofía mediadora: «No cerremos los ojos a nuestras diferencias; prestemos atención a nuestros intereses comunes y a los medios con los que conseguiremos resolver dichas diferencias». Informa Alfredo Muñiz

El reto de profesionalización de los Órganos de Gobierno

(nota 1*): Los Órganos de Gobierno principales en una empresa familiar son el Consejo de Familia y el Consejo de Administración. En las sagas centenarias instauran también la Asamblea Familiar y el Comité de Familia Junior.

Para otros temas no relacionados con negocio vale con utilizar simplemente el teléfono, el correo electrónico, una videollamada o el WhatsApp. Lo relevante es fomentar una comunicación fluida. Ver relacionado: Vídeo conferencias para luchar contra el coronavirus.

Cuando no se obtiene respuesta por estas vías, aconsejamos recurrir al burofax, un medio de comunicación ideal contra los intolerantes, dictadores, mangantes y gente sin palabra.

El Consejo de Administración es un órgano colegiado que dirige la marcha de una empresa, supervisando y guiando la actuación de la dirección. Los miembros del consejo son los consejeros, que pueden distribuirse entre ellos los cargos de presidente, vicepresidente, secretario y consejero delegado. El consejo de administración debe estar conformado por un número impar de integrantes, por lo que será necesario que se constituya con mínimo tres miembros, a propósito de los cuales es preciso que sean propietarios, o sus delegados, en caso de que los primeros no puedan asistir a las reuniones.

La Junta General de Accionistas, también conocida como Asamblea General de Socios o simplemente Asamblea de Accionistas es un órgano de administración y fiscalización dentro de la sociedad anónima, donde se toman las decisiones clave sobre el funcionamiento de la sociedad. Los acuerdos adoptados en el curso de la reunión serán incluidos en el acta de la reunión.

Las Juntas constituyen la instancia donde los accionistas o socios de una sociedad mercantil se reúnen para tomar decisiones sobre diversa índole para la sociedad en cuestión, y en donde los administradores de la misma ofrecen sus balances de gestión a los referidos accionistas. El objeto principal de la Junta es la aprobación de las Cuentas Anuales presentada por los administradores, así como la renovación del equipo directivo de la sociedad y el resto de temas que se quieran plantear.

Lo habitual es que en la Junta Ordinaria se trate los asuntos ordinarios y comunes de la marcha de la empresa, tales como la elección del Consejo de Administración, la distribución de dividendos, el monto de la remuneración de los directores, entre otros temas. Mientras que en las Juntas Extraordinarias se tratan puntos de gran importancia, tales como: la disolución, fusión, transformación y división de la sociedad o la reforma de los estatutos sociales. Sin embargo, en una Junta Ordinaria se pueden tratar exactamente los mismos temas que en una Extraordinaria, si se aprueba así en el Orden del día. Los problemas surgen cuando no se han profesionalizado las Juntas y se reducen a una mera firma de accionistas.

Cuando no se fomenta la transparencia se crea desconfianza, si a ello se unen que puedan surgir contingencias fiscales o aprovechamiento de la dirección en perjuicio de los accionistas que se mantienen fuera de la empresa, y si encima no se establece un protocolo con unas normas claras y exigentes para la incorporación de familiares en la nómina de la empresa familiar, utilizando criterios de conveniencia y mezclando lazos de sangre con cargos de responsabilidad sin selección previa, entonces se pone en marcha una bomba de relojería que explotará en el momento más inoportuno. La hora de la verdad siempre llega.

Respecto al Consejo de Familia sirve para ayudar a las familias a alcanzar su misión a largo plazo. Es el órgano que gobierna el círculo familiar que debe acompañar al órgano que representa la propiedad (consejo de administración) y a la gestión (consejo de administración y equipo de dirección). El gran problema surge cuando se confunde la gestión diaria de la empresa con el Gobierno de la sociedad, máximo órgano que deberá supervisar la gestión y tomar las medidas necesarias más relevantes: disolución, fusión, transformación y división de la sociedad o la reforma de los estatutos sociales. Informa Alfredo Muñiz

(Nota 2*): significado de necio: Ignorante y que no sabe lo que debería saber. Imprudente o falto de razón. Terco y porfiado en lo que hace o dice.

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