Emilio Serrano fue marino mercante, poeta, actor, empresario y maestro de destiladores. Fallece a los 92 años, pero su espíritu renacentista y asturiano perdurará en su casa de Collera.
Medalla de Asturias. Premio de la Asociación Asturiana de Empresa Familiar por su carácter emprendedor y compromiso en la continuidad de futuras generaciones. Hijo Predilecto de Ribadesella. “Gallo de Oro” por su Humanidad, sensibilidad y apoyo literario, premio que le concedí el día de la presentación de mi novela “El testamento del Gallo” en Oviedo.
“Sabios consejos que ayudan a decidir el rumbo de una Empresa Familiar”, sentenció Serrano durante su intervención en la presentación de la obra literaria. Serrano logró en vida más de 100 galardones.
Su carácter humanista le inspiró una prolija obra literaria y cientos de columnas en el diario La Nueva España. Asimismo, dedicó parte de su vida a la dinamización turística de Asturias. Sin olvidar, su labor como destilador en su empresa destilería Los Serranos.
Emilio Serrano perteneció a una saga dedicada al alambique desde hace cinco generaciones, más de 200 años.
Por la rama materna, procedía de los fundadores de Anís de la Asturiana. A mediados del siglo XIX, su bisabuelo Bernardo ya destilaba sidra y exportaba aguardiente en el bergantín Habana.
Siento gran tristeza al escribir esta necrológica, pero recuerdo los buenos momentos que compartí con Emilio Serrano. El día de su 90 cumpleaños asistí a una fiesta sorpresa y le regalé el libró favorito de su amiga Menchu Álvarez del Valle, abuela de la reina Letizia. Menchu fue su esposa en la obra de teatro “La muerte de un viajante” de Arthur Miller que representaron en Ribadesella. Demasiados recuerdos para sintetizar en unas líneas. D.E.P.
Informa Alfredo Muñiz.