Recuerdo mis tiempos de universidad, mayo era época de estudiar para los exámenes y de disfrutar de las fiestas de San Isidro. Todos los años me invitaban a rosquillas.
Las rosquillas tontas y listas, junto con las francesas y las de Santa Clara, son el producto tradicional de Madrid, se consumen entre el primero de mayo y las Fiestas de San Isidro Labrador. Hace años cuentan que se ofrecían ensartadas en un bramante. En la actualidad se venden en las pastelerías madrileñas durante la primavera. Todas se componen de la misma base, diferenciándose unas de otras por la cubierta. Las rosquillas tontas no llevan ningún acabado, no van bañadas, son un poco simplonas. Las listas van bañadas con un azúcar fondant (elaborado con un sirope de azúcar, zumo de limón y huevo batido) del color que se les quiera dar, es habitual el amarillo. Las de Santa Clara están recubiertas con un merengue seco, originalmente blanco. Finalmente, las francesas se acaban con un rebozado de granillo de almendra.