Lo de “Sálvame Deluxe” en Viernes Santo roza la locura celestial. Mientras los penitentes y las mantillas lloran la muerte de Cristo, Víctor Sandoval confiesa sus fantasías eróticas con Kiko Hernandez y su amor no correspondido con Nacho Polo mientras le picó la araña. La insoportable Aída Nizar aparece triunfante, tras ganar un juicio a otra Gran Hermano que la llamó puta, aunque Mila mete el dedo en la llaga al recordar a la religiosa Aída que ella lleva viviendo de “calumniar a su manera” y a quien le apetece desde que salió en televisión. Aída no sabe por donde salir y termina sin lucirse en su faceta de reportera dicharachera. Seguro que tras el show se anota a una procesión con peineta. Aunque el bombazo de la noche en Telecinco fue la entrevista a Aurelio Manzano sobre la verdad de la relación entre Belén Esteban y su marido Fran Álvarez, del que presuntamente está separada pero con derecho a roce. El culebrón huele después de 28 separaciones con final feliz porque la pasión que existe entre ambos es irresistible. No obstante, la obsesión del periodista Aurelio Manzano por inmiscuirse en la vida privada de la princesa del pueblo a través de su marido raya el colmo de lo kafkiano. Resulta que Belén no puede ver al tal Aurelio, y Fran acude a él en sus momentos de dolor para consolarse. Un paño de lágrimas que parece ocultar una fantasía erótica inconfesable. “Me llama a las 3, a las 4 o a las 5 de la madrugada”; explica Manzano. Por su parte, el periodista no pierde oportunidad para acercarse al chico de la Esteban, así en su último cumpleaños le compró un regalito y se fue al bar para agasajar al muchacho. “Feliz cumple Fran, y este detallito para que veas lo mucho que te quiero y me acuerdo de ti…”, la voz de su conciencia susurraba: ¡Chínchate Belén que hoy no le verás soplar las velas! Evidentemente Fran busca un apoyo mediático en Aurelio Manzano y al periodista le viene muy bien pasar factura en “Sálvame” con sus intimidades de “voyeur” de Fran pero ¿deseará algo más? Este enamorado o no, el asunto aburre al más devoto y hasta da ganas de ponerse un capirote y salir a la calle. C´est la vie.
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