Me encuentro en la montaña asturiana, disfrutando del “pasto azul” y viendo corretear unos “simpáticos burros”. No sé por qué, pero la situación actual en el campo de la política y del mundo societario de determinadas empresas me recuerda la fábula del burro, el tigre y el león.
Les cuento. Un burro discutía con un tigre.
– “El pasto es azul”, afirmaba el burro.
– “El pasto es verde”, respondía el tigre.
– “Yo siempre tengo razón. Vayamos al rey león que es sabio para que resuelva la cuestión y verás como dice que el pasto es azul”, repite el burro.
Al llegar ante el rey león, el burro se apresura a preguntar: “Majestad, el pasto es azul, ¿verdad?”
El monarca le responde: “Efectivamente, el pasto es azul”.
“Entonces, castigue al tigre por llevarme la contraria y hacerme perder el tiempo “, solicita el burro.
El león castiga al tigre a cinco años de silencio y el burro se marcha triunfante y contento, repitiendo: “Ya sabía yo que el pasto era azul”.
El tigre permanece ante el rey estupefacto, e indignado inquiere: “¿Por qué me castigas?, si sabes con certeza que el pasto es verde”.
“Te castigo porque un ser inteligente y valiente como tú, no puede perder el tiempo con un burro y venir a molestarme por semejante tontería”, remata el león.
Moraleja: “no se puede perder el tiempo con personas fanáticas, ni con tercos dictadorzuelos, ni con ególatras poseedores de la verdad absoluta y que nunca admitirán la realidad”.
Los necios y los burros siempre quieren tener razón y no saben negociar ni llegar a acuerdos.
Recuerden el refrán ibicenco de la novela EL TESTAMENTO DEL GALLO, escrita por Alfredo Muñiz, disponible en Amazon: “En cada casa hay un Pepe, un Juan y un asno”.
Gracias a los que me han fallado, gracias a los que me han mentido, gracias a los que han roto sus promesas y me han robado. Gracias a todos ellos, porque gracias a ellos, hoy soy mucho más fuerte.
A todos los acosados, engañados, maltratados u aquellos afectados por cualquier hecho delictivo, acudan a un abogado y dejen el caso en manos de la Justicia. Nunca intenten convencer a un burro ni a una burra ni a un “burre”. Informa Alfredo Muñiz.