El erotismo del poder y el sexo del Gallo
Hoy jornada electoral sentí un gran placer al introducir mis votos en las urnas, fantaseando con una aplastante victoria electoral de mi partido y soñando con que el erotismo del poder desemboca en una acto de amor al pueblo. Incluso me enfundé mi sombrero nuevo como si fuera a seducir a la presidenta de la mesa electoral, que resultó ser un chico que parecía que no tenía ganas que introdujera mi voto en la urna. No había forma de que retirara los sobres para ejercer mi derecho.
¿El tamaño importa?
Por supuesto, en política hay que evaluar lo grandioso de las promesas electorales porque la erótica del poder termina afectando al contribuyente. Ya saben que el erotismo y el sexo no tiene edad. La cultura, la religión y la filosofía de vida provocan distintas perspectivas de cómo comportarse en materia sexual. Lo que para unos es un escándalo, para otros es una diversión. Lo mismo ocurre con los políticos económicos, tienen que elegir ¿cañones o mantequilla? El reparto del presupuesto del Estado puede ser repartido de muchos modos, pero nunca se acuerdan de recortar gastos innecesarios.
El erotismo del Gallo
De momento, les dejo con una de las canciones de la banda sonora «Me haces tanto bien» de Amistades peligrosas.
La historia está escrita en Asturias (España), editada en París (Francia), maquetada en La Habana (Cuba) e impresa en Estados Unidos, Francia, Polonia, Gran Bretaña, Italia y vete tú a saber dónde.
El testamento del Gallo, sinopsis de la novela
Basiliño Xouto Loureiro, el Gallo, a punto de cumplir 100 primaveras, padece problemas de corazón, pero conserva un apetito sexual excelente. Su imperio gallego de huevos y gallinas, ha caído en terribles manos; sus nietos, que aprovechando la cuarentena del covid organizan el desfalco de la compañía familiar. Consciente de que la muerte le acecha, Basiliño, prepara un testamento inmortal y justiciero, pero antes, sin sopesar las consecuencias, decide volver a levantar su todopoderoso falo y acude al urólogo para que le prescriba las pastillitas azules.

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El testamento del Gallo por Alfredo Muñiz