No caigamos en el arte de amargarnos la vida por tonterías. Luchar contra los prejuicios y las desigualdades es en ocasiones más difícil que bailar sobre el rabillo de una cereza. Aunque quizá lo que pretendan algunos es utilizar la trampa de Lisardo: “A los niños los engaño con juguetes, y a los mayores con prejuicios”. Enlace relacionado: Claves para sobrevivir: cero desprecios familiares, políticos y empresariales
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