
Sol, mar, accesibilidad a playas, diversión, gastronomía, naturaleza, personal especializado en gerontología, cielo azul y noches estrelladas, hoteles pensados para disfrutar de la época más dorada de la vida.


Todos los años dedico una semana a viajar con mis padres, en esta ocasión, les había prometido a mis progenitores llevarlos a Benidorm. Tras la triste despedida al patriarca, el pasado mes de abril, la Mamma necesitaba desconectar de la aburrida rutina. Tras meses de luto, me pareció que era hora de volver a vivir. Y elegí Benidorm para inyectarle una dosis de alegría. Avión directo a Alicante con un horario inmejorable y, desde allí, transfer privado con la compañía Beniconnect que me ayudaron en el aeropuerto con la silla de ruedas y las maletas.
La movilidad de la Mamma se ha resentido desde la última operación de rodilla, pero Benidorm es el paraíso de todo tipo de vehículos para la tercera edad. Hasta los accesos a las playas son accesibles con aparcamientos para esas motos modernas que hacen las delicias de los que peinan canas. Además, Benidorm cuenta con estupendos fisioterapeutas que atendieron a la Mamma como se merece. Después de que su hijo la llevara en silla de ruedas por las empinadas calles. Menos mal, que estoy fuerte y la Mamma se portó fenomenal, como si fuera Cleopatra con sus esclavos paseando en su trono por las orillas del Nilo.

A primera hora madrugaba para lograr hamacas y sombrilla en primera línea de playa. Tras el desayuno saludable y la ración de pastillas, la reina de la casa disfrutaba de un paseo por el agua y una clase de gimnasia de su hijo “monitor” de ancianitas. Viendo mis habilidades, hasta me ofrecieron un puesto de sommelier y otro de relaciones públicas.
A la hora de seleccionar el hotel pensé en el Tanit, un establecimiento de los setenta famoso por su gastronomía casera. Semanas antes del viaje ya estaba completo, así que me decidí por el flamante H10 Porto Poniente, un hotel con una decoración exquisita, arte hasta en el baño, una infinity pool de ensueño, spa, gimnasio, solárium y un personal amable y caluroso. Nada más llegar, nos invitaron a una copa de champán y brindamos por la salud.

Al medido día, visitamos los mejores restaurantes de Benidorm: Casa Guillermo, El Barranco, Ulía y Mal Pas, entre otros.

Mi amiga sueca Birguita, además de invitarnos a comer, nos llevó dar un paseo por Altea, una tarde magnífica. El paseo marítimo de Benidorm también es un escenario perfecto para pasear a cualquier edad.

Nostalgia sintió la Mamma al visitar la cala de Mal Pas y el hotel boutique gourmet Villa Venecia donde se había alojado antes del confinamiento con mi padre y mi hermana Carmen.

Para terminar la semana dedicada a mi madre, he elegido Norma de Bellini y cena en Oviedo para satisfacer los gustos operísticos y culinarios de la matriarca, la Mamma es mucha Mamma. Espero que este viaje planificado con amor y ayudado de los cinco sentidos haya sido de su agrado y sirva de referencia para invitar a otras Mammas.
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Informa Alfredo Muñiz.