El espíritu democrático es muy válido en la política y en los negocios mientras se haga lo que mande el cacique del cortijo.
Todo el mundo es muy bueno hasta que manifiesta su oposición, y en ocasiones, los más progresistas enseñan la patita de dictadorzuelo.
El mundo empresarial y el político se asemeja en el modo de liderazgo y en los costes de oportunidad a la hora de invertir o repartir la tarta.
¿Cañones o mantequilla?, ¿dividendos o remuneración al consejo de administración?, ¿ética o estética?
En todas las instituciones es indispensable elaborar leyes, procedimientos y protocolos de forma legal, transparente y razonable; buscando el interés de todas las partes implicadas, los stakeholders.
Imagínense que tuvieran a un Puigdemont en su empresa.
¿Lo echarían a la calle, lo denunciarían o pactarían con él para comprar sus votos y llegar a ser presidente del Consejo de Administración?
Otro día hablaremos del desarrollo sostenible, del protocolo familiar y de la responsabilidad social corporativa.
Mi gran duda; ¿Dónde hay más hipócritas en los negocios o en la política?
Los filósofos griegos afirmaban que ningún hombre honrado duraba eternamente en el poder…
Por cierto, si echan cuentas, cada uno de los votos de ERC para investir a Sánchez nos costarán 4.577 millones de eurazos a todos los españoles. Aquí paz y en el cielo gloria. Alfredo Muñiz
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