Les escribo con vistas a la playa de Salinas en Asturias. Acabo de leer la despedida de un padre a un chico que se lo llevó una ola, se llamaba Jacobo.
Hace unos días, paseaba por la orilla, y en el trayecto me encontré un helicóptero y un surfista inconsciente al que estaban intentando reanimar.
Sus amigos mostraban gestos de desesperación, y no me atreví ni a preguntarles. Era evidente. “No pinta nada bien”, susurro uno de ellos con rostro de sufrimiento. Quise respetar su intimidad y continúe el camino. Quería borrar aquel momento de dolor.
Un regimiento de sanitarios rodeaba el cuerpo del muchacho desfallecido, hasta una cardióloga emitía su diagnóstico, policías, socorristas y playeros curiosos rodeaban la escena.
A mi regreso, el helicóptero despegaba.
Fue entonces cuando me enviaron su perfil de Instagram y un mensaje por WhatsApp: “¡Ostras!, es Jacobo, un mítico de Salinas, con un foil”.
Reconocí su sonrisa eterna y me acordé del surf foil, un deporte emergente que revoluciona el futuro de las olas, las grandes quillas parecen volar. Hace unos años lo descubrí en Ibiza, la primera vez que lo comenté, los surferos de Salinas no creían lo que les contaba. Ahora, se ha vuelto popular.
Jacobo iba rumbo al HUCA. Todavía quedaban esperanzas. Sin embargo, nuestro protagonista falleció al día siguiente después de entregar su vida a ese mar que tanto amaba. Los percebes, las olas y el salitre le estaban esperando.
Ayer, al pasear por la playa, descubrí flores de jardín y rosas plantadas en la arena. Me recordaron los rituales hawaianos en honor a Kai.
Con motivo de la festividad de San Juan, seguro que sus colegas surferos le brindarán otro merecido homenaje y surfearán con su espíritu por nuestra querida playa de Salinas para purificar las aguas.
Yo encenderé una vela, frente al mar en su honor. DEP.
A.M.