La gastronomía ha saltado a las campañas de marketing político. Desde la empanada de Rajoy en casa de Bertín Osborne, hasta el zumo de frutas de Pedro Sánchez, atrezzos gastro que se han convertido en argucias para llegar a la Moncloa. Aunque mi lema favorito de campaña ha sido una pancarta exhibida en la celebración de la victoria electoral de Mariano Rajoy en Génova, especialmente dedicada a los amantes de la gastronomía tradicional. “Menos Podemos y más torreznos“, rezaba el cartel que portaba un joven con estilo hipster. Efectivamente España necesita más torreznos y dejarnos de experimentos culinarios de laboratorio venezolano…. Urge que se corten a tiras a los cerdos de la política involucrados en casos de corrupción y se presenten en bandejas con su tocino bien churruscadito. Y no me refiero a prácticas caníbales sino a sentencias emitidas por jueces.
Por otro lado, recuerdo el pacto entre el cerdo y la gallina para montar un restaurante de huevos con bacon. Veremos a ver quién pone la piel en el asador… ¿Conocen la diferencia entre involucrarse e implicarse?
Los torreznos son trozos de tocino cortados en tiras y que suelen presentarse fritos o salteados en sartén o a la brasa. Habitualmente quedan crujientes y dorados por el lado de la piel, lo que los convierte en apetecibles a los consumidores. Suelen comerse como tapa o como guarnición. Actualmente son considerados patrimonio gastronómico de la humanidad por la UNESCO.
Un buen torrezno debe tener tocino y algo de carne. Se trata de un alimento muy energético que aporta una gran cantidad de calorías a una dieta. En la provincia de Ávila se tomaban para desayunar. También se freían y se introducían en una orza con aceite y manteca para ser consumidos simplemente calentándolos en cualquier época del año. El tocino entreverado que se ponía a secar en las cocinas con el humo del hogar también se consumía crudo aparte de servir para hacer el torrezno. Las tiras de tocino (panceta) que se utilizan para conseguir los torreznos se adoban en algunas comarcas con pimentón y orégano, lo que les da un sabor especial. En Extremadura el tocino crudo entreverado, seco y adobado se consume con el gazpacho. En Andalucía a los torreznos se les llama chicharrones. En Castilla y en la Región Leonesa el chicharrón es la manteca del cerdo frita, a partir de la cual se sacaba la manteca que se utilizaba para cocinar en lugar de aceite de oliva. Los chicharrones se freían en grandes calderas de cobre que se colgaban de las llares sobre el fuego. En la época de la matanza en La Torre (Ávila) se hacían también bollas de chicharrones, es decir una hogaza de pan en la que se introducían los chicharrones. El torrezno también se utiliza en Salamanca y Ávila para hacer los hornazos, unas empanadas rellenas también con lomo de cerdo, chorizo y huevo cocido, que se consumen el Domingo de Resurrección, para romper la Cuaresma.
Desde el año 2013 el Torrezno de Soria tiene declarada la marca de garantía de Castilla y León.


