Los príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia, acudieron al Vaticano en viaje oficial acompañados del presidente del Gobierno Mariano Rajoy como representantes del reino de España. Allí se reunió toda la jet internacional católica y musulmana. Junto a la princesa Letizia sentaron a un jeque árabe y detrás se encontraba Rajoy junto a su esposa Viri. Letizia optó por la discreción absoluta con un sencillo abrigo negro y mantilla, sin medias tupidas y con la falda por encima de la rodilla. Un look poco adecuado al estricto protocolo que exigen a las damas en las visitas al Papa. En las imágenes difundidas se ve a los príncipes de Asturias en animada conversación con los príncipes holandeses, Guillermo y Máxima. A la ceremonia acudió igualmente, el príncipe Alberto de Mónaco y su consorte; la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, deslumbró como una reina del papel couché enfundada en un llamativo abrigo negro combinado con sombrero y guantes; más sencilla lucía la primera canciller alemana Angela Merkel. La Kirchner aprovechó para pedir el Sumo Pontífice que mediara en el conflicto de las Malvinas. Se desconoce si Merkel le pidió al Papa que orase por el euro. El campechano Papa de los pobres compartió fiesta con los más ricos.
La misa de inicio de pontificado del Papa Francisco concluyó con un «te deum» y tras la misma el Pontífice ha saludado en el interior de la basílica de San Pedro a las 132 delegaciones de todas las personas y fieles presentes.
Tras rezar ante una imagen de la Virgen y despedirse de las 200.000 personas asistentes, el Papa abandonó la plaza de San Pedro, en medio de los aplausos y el ondear de banderas. El Papa Francisco se trasladó a la sacristía de la capilla donde se encuentra la Piedad, de Miguel Ángel, para quitarse los paramentos litúrgicos. Después fue al Altar de la Confesión, en el centro del templo para saludar a las delegaciones oficiales que han asistido.
Durante la misa, el Papa Francisco ha destacado la «coincidencia rica de significado» de esta fecha, Día de San José, patrono de la Iglesia Universal y onomástica deJoseph Ratzinger, su «verdadero» predecesor. «Le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud», ha subrayado al comienzo de la homilía de la Misa de Inicio de Pontificado.
Asimismo, ha saludado «con afecto» a los «hermanos» cardenales y obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos, así como la presencia a los representantes de las otras Iglesias y comunidades eclesiales, así como a los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Igualmente, ha dirigido un «cordial» saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de «tantos» países del mundo y al Cuerpo Diplomático.
Por otro lado, el Papa dijo hoy que el poder del papa es el servicio a los otros,«especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños, el hambriento, el sediento, el forastero, el desnudo, el enfermo y el encarcelado». «Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe», afirmó el papa en la homilía de la misa de inicio de pontificado.
El Papa de los pobres recibe a los más ricos
Agregó que el Papa debe abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, «especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; esos a los que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado». El Obispo de Roma también pidió a los responsables políticos y sociales que sean custodios de la creación y guardianes del medio ambiente.
El Papa Bergoglio señaló que para custodiar, también los hombres tienen que cuidarse de ellos mismos. «Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia, ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura», dijo Francisco.
Además, precisó que la vocación de custodiar no sólo atañe a los cristianos, sino que corresponde a todos, «es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos». «Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón», destacó.
«Por desgracia, en todas las épocas de la historia existen Herodes que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer», manifestó. El Papa exhortó a los fieles a no tener miedo de la bondad, de la ternura, que -dijo- «no es la virtud de los débiles sino más bien todo lo contrario, denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de amor».