Ayer vi a Tamara Falcó Preysler, VI marquesa de Griñón, en el Hormiguero promocionando su libro «Las recetas de Casa de Mi Madre» y sentí envidia sana. Por varias razones, por un lado, próximamente presentaré por videoconferencia mi novela «El testamento del Gallo». ¡Ya quisiera yo tener un escaparate mediático en uno de los programas de más audiencia de Antena3!
Por otro lado, la hija de Isabel Preysler tuvo casualmente la misma idea que yo, en pleno confinamiento comencé a escribir el libro «Las recetas de mi madre y de su secretaria Susa» pero la verdad es que no fui tan aplicado como Tamara y todavía está muy verde.
Hoy recibí la gran sorpresa matutina de que una amiga me regaló el libro en exclusiva y me ha hecho mucha ilusión. He leído el prólogo de Isabel Preysler como si se tratara de una tesis doctoral sobre protocolo con el título propuesto por mi de «Cómo ejercer de perfecto anfitrión».
Además, también tengo envidia sana a Tamara por su diploma en la escuela de cocina ‘Le Cordon Bleu’, y por su pasión a la hora de currárselo en MasterChef. ¡No me digan que en la final no estuvo prodigiosa!
He comenzado a leer el capítulo donde Tamara confiesa que heredó esa pasión de su abuela Beba, aunque no me queda muy claro porque parece que su cocinera Ramona también tiene mucho que decir en los fogones de «Villa Meona», por mucho que la Preysler confeccione el menú y de ´órdenes de que vajilla conjunta mejor con su modelo de otoño.
Por otro lado, la marquesa chef comenta que su hermana Ana Boyer también cocinó con esmero durante el confinamiento, desconocemos si Ramona estaba de baja y si tenemos otra MasterChef en la familia.
La envidia sana se empieza a convertir en envidia cochina cuando pienso en poder compartir mesa durante todo el confinamiento con el premio Nobel de Literatura y Premio Cervantes, Mario Vargas Llosa, junto a su actual novia Isabel Preysler, y su yerno el tenista Fernando Verdasco.
Vamos, mi aprecio por Tamara se transforma en celos, pelusa y sensaciones malsanas de envidia. Bromas aparte, debe ser una delicia ir de visita y que te reciban con un perfume que huele a nardos. No me digan que no les gustaría ver a la Kelly, o asistenta de la Preysler, perfumando las lámparas para que los invitados se extasíen con la fragancia británica que comentó Tamara por la tele.
He de confesar que tengo un amigo que fue invitado a tarta de chocolate por la mismísima Preysler, comenta el desparpajo de Tamara en la cocina y dice que la tarta de la Preysler está de rechupete.
También les confieso que probé la mezcla de hierbas homeopáticas que nuestra reina de corazones adquiría en París cuando coqueteaba con Miguel Boyer. Entonces usaba un colador de plata que el ministro fallecido le regaló y guardaba en un termo el néctar para beber durante toda la jornada.
Tambie´n me enteré que en casa de la Preysler hay una habitación solo para guardar las vajillas. «Le encanta tener todo súper ordenado. Hay un armario sólo para cuberterías, otro para mantelería, otro para cristalería y otro para papel porque le encantan», aseguró nuestra querida y a veces envidiada Tamara….
Sobre los gustos de Mario Vargas Llosa, de momento, me enteré de que le encanta el gazpacho, según cuenta Tamara en el libro. En el programa de Pablo Motos, también declaró que a Mario le gustan las lentejas con dos huevos y chorizo. Para terminar, nos enteramos que Isabel Preysler ofreció a George Clooney huevos rotos para cenar y sorprendió a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con codorniz deshuesada cocinada por la aristocrática chef Tamara. Vamos solo le pido a Dios que mi novela «El testamento del Gallo» tenga el mismo éxito que el libro de nuestra protagonista. Próximamente a la venta en Amazon, Apple Books y Top Books. Informa Alfredo Muñiz
