La sidra está de moda. Un culín de sidra refrescante escanciado en un prado asturiano es una delicia para el paladar. Aunque parece ser que las autoridades han prohibido el escanciado en la vía pública y la tendencia es o te conviertes en un subversivo echador de sidras o utilizas uno de esos pitorros antiestéticos que están acabando con la tradición del escanciado tradicional. Aunque todavía sobreviven sidrerías donde permiten echar un culín como Dios manda.
En el reciente Foro Mundial organizado por CAIXAFORUM en Madrid, fui invitado como director de la revista VIAJAR, VIVIR y SBOREAR, y tuve la oportunidad de preguntar a Dabid Muñoz (él lo escribe con B), el Crestas, por qué la influencia asturiana en la utilización de la sidra natural en sus recetas de alta cocina.
La respuesta fue tajante: “Mi jefe de cocina es ASTURIANO y eso marca… “. Por lo visto, se trata del cocinero David Viloria.
Al genio vasco Andoni Luis Aduriz le pregunté si había experimentado con la sidra asturiana en su taller de recetas mágicas o si había utilizado la sidra vasca que últimamente está aprendiendo mucho de los asturianos. El público se echó a reír. Andoni respondió que él aprecia el buen producto y que le gusta más utilizar LA SIDRA DEL CANTÁBRICO, confesó que utilizaba una sidra de hielo vasca.
Tras el foro gastronómico, acudí a cenar al restaurante Ramón Freixa, galardonado con dos estrellas Michelin en Madrid, que promete incorporar la sidra asturiana en su magia gastronómica, gracias a la revista VIAJAR, VIVIR Y SABOREAR. Escuchen sus declaraciones: “La coctelería es cocina líquida. La próxima vez que me visites la sidra asturiana estará en la carta del restaurante”, prometió Freixa. Ante la respuesta del prestigioso chef, en las redes sociales susurran los más protervos: “Ya veo que haces más promoción de Asturias que el consejero de turismo”.
En la imagen pueden ver la obra original de la portada de mi novela EL TESTAMENTO DEL GALLO, a la venta en Amazon y en las principales librerías de Asturias y Madrid. La obra pictórica se titula Puro Teatro y es obra del artista Mario Pavez. La fotografía fue tomada en su estudio situado en pleno barrio de Salamanca madrileño. Informa Alfredo Muñiz.