El duende del Palacio sevillano de las Dueñas: siglos de nobleza

Cuenta una leyenda que Américo Vespucio se casa con la sevillana María Cerezo en la capilla del Palacio de las Dueñas mientras Cristóbal Colón descubría América. En este mismo altar se casó la duquesa Cayetana de Alba con Alfonso Díez el 5 de octubre de 2011, demostrando así que la libertad era su bandera.

Capilla en el Palacio de Las Dueñas de Sevilla

Sevilla rezuma magia y misterio por los cuatro costados con su perfume de azahar y jazmín. La flor blanca del naranjo limonero ha sido testigo de los paseos de la emperatriz de Francia Eugenia de Montijo por los jardines palaciegos; el rey Alfonso XIII junto a Victoria Eugenia de Battenberg también tuvieron el mismo privilegio junto a sus hijos; Rainiero de Mónaco y Grace Kelly disfrutaron al ver corretear a sus retoños Carolina, Alberto y Estefanía por los paradisíacos patios; Jacqueline Kennedy Onassis quedó extasiada mientras conversaba de toros con Cayetana de Alba a la sombra de un naranjo, y multitud de nombres ilustres pertenecientes a la Casa de Alba quedaron inmortalizados en este lugar con duende.

Las Dueñas: cuna de Antonio Machado

El poeta Antonio Machado vivió en una casa de vecinos de las Dueñas; su infancia quedó impregnada de la magia del palacio, en especial, el patio de los limones que evoca en uno de sus versos: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero …” (Campos De Castilla) o “Es esta luz de Sevilla… Es el palacio donde nací, con su rumor de fuente “(Nuevas Canciones).

Antonio y su hermano Manuel, también célebre escritor, jugaron en estos jardines los primeros ocho años de su infancia. Así, recuerda el poeta a las Dueñas en dos sentidos sonetos y a su padre Antonio Machado Álvarez, administrador e inquilino del Palacio:

“Esta luz de Sevilla… Es el palacio
Donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre en su despacho. La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio.
Mi padre, aún joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta,
va hacia la puerta del jardín. Pasea,
a veces habla solo, a veces canta…”

Jardín de los Limoneros

Machado confiesa la importancia de haber nacido en Dueñas. «La arquitectura interna de la casa en que nací, sus patios y sus azoteas, han dejado honda huella en mi espíritu». El palacio con sus fuentes y limoneros permaneció en su memoria hasta sus últimos días. De hecho, pocos días después de morir en el amargo exilio en Colliure, su hermano Francisco encontró en un bolsillo de su viejo gabán una nota en la que estaban escritos sus últimos versos: «Estos días azules y este sol de la infancia».

Como curiosidad, frente al Palacio, cada año se repite el cante de la saeta de Antonio Machado al paso del Cristo de los Gitanos en La Madrugá del Viernes Santo. Quien no ha vivido La Madrugá no conoce el sentimiento y el fervor de las cofradías sevillanas, que convierten las procesiones en un espectáculo religioso.

Un histórico hogar noble

El Palacio de las Dueñas es un templo de la Historia de España. Cultura, arte, belleza, magia y un espacio donde se respira aire de hogar, felicidad y nobleza. 

El tablado de la Duquesa de Alba Doña Cayetana con sus cuadros, sus trajes de sevillana, su bandera del Betis, sus figuras y portarretratos decorando los salones, su pasión por los toros y por el arte con letras mayúsculas. Cuadros de momentos felices firmados por los más grandes pintores de la Historia, con la emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, el rey Alfonso XIII junto a Victoria Eugenia de Battenberg, y multitud de nombres ilustres pertenecientes a la Casa de Alba.

La última visita de la emperatriz de Francia Eugenia de Montijo tuvo lugar en 1920. Desde entonces, el palacio mantiene intacta la habitación que ocupó la esposa de Napoleón III y hermana de la duquesa de Alba, doña Paca. Su imagen se muestra en diferentes fotografías y magníficos cuadros por distintas estancias de Dueñas. Eugenia de Montijo ha sido tan especial para doña Cayetana que decidió ponerle su nombre a su única hija Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro.

Uno de los hermosos patios de las Dueñas.

Un paseo por sus jardines nos lleva a un viaje en el tiempo, siglos de nobleza

En el Jardín de la Ceiba descubrimos un árbol traído desde América, un espacio tranquilo y fresco que invita a meditar, bajo el pórtico de columnas genovesas, acompañado por el sonido de los pájaros y el agua de la fuente.

Accediendo desde el Cenador se encuentra el Jardín del Almez elevado a modo de terraza mirador desde el que se puede contemplar el Jardín de los Limoneros. Subiendo la pequeña escalera se vislumbra los dos muros medianeros poblados de bambú amarillo, casuarinas y esplendorosas buganvillas de color morado.

El Jardín de los limoneros es de forma rectangular limitado por cipreses. Del centro del jardín emana una fuente con azulejos policromados. Cuatro bancos de obra con azulejos de iguales motivos rodean la fuente y tras ellos se extienden sendos parterres de siembra donde crecen diferentes variedades de cítricos, limas, y naranjos, junto a rosales, geranios y clivias.  El Patio es decorado con venus, parras, buganvillas y jazmines que dan paso al Patio Principal. Hacia las Caballerizas destacan las hortensias, muy queridas por Dña. Cayetana de Alba.

Rosales, geranios, gitanillas, hibiscos, hiedras, cactus, flores del paraíso, jacarandas, bambús, vides, palmeras, limoneros, perales y una gran variedad botánica forman parte de la historia del palacio. Que junto al murmullo de las fuentes y el canto de los pájaros transmiten paz.

Continuando por el jardín hacia la fachada del edificio, se encuentra el Cenador, donde a la Emperatriz Eugenia de Montijo le gustaba desayunar y en los jardines descubrirás una de sus fotografías vestida de negro y con sus arrugas de nonagenaria. Aunque en las zonas nobles se conservan retratos de sus años más jóvenes. En todas transmite serenidad y belleza.

El Patio del Aceite se utilizó antaño como depósito de aceite y como lugar de tradición agrícola. Mientras que la alberca nos recuerda los orígenes labriegos del edificio como cortijo. En un principio, el agua de la lluvia se empleaba para regadío. Con los años, los huertos se convirtieron en hermosos jardines.

En el Cenador descubrimos una mesa de mármol, cubierta por una rústica pérgola donde se enreda un viejo jazmín. Este espacio fue testigo de encuentros memorables, rebosa frescor y era uno de los espacios preferidos por Dª. Cayetana. Cada lugar del palacio posee su propia personalidad y mantiene los aires de un hogar vivo.

En la Caballeriza se conservan los aperos de la silla de montar de la emperatriz de Francia, confeccionada en textiles de algodón ornamentados con bandas de trenzados y borlas, que proceden de los talleres granadinos y conservan el conjunto de sus mantas, así como las alforjas de cuero repujado con motivos de arabescos y un poncho mexicano.

Una visita al Palacio de las Dueñas es un recorrido por la Historia de Sevilla. Estas líneas son solo unos apuntes de lo que más sorprendió al director de Viajar, vivir y saborear, en una visita con audio guía descubrirás mucho más. Hasta puedes reservarla por Internet cliqueando sobre este vínculo.

“Las almas nobles son como la madera de sándalo, perfuman hasta el hacha que las golpea”. Eso me transmitieron los espíritus del palacio. Informa Alfredo Muñiz.

Alfredo Muñiz en un patio de Las Dueñas.

Nota: La Fundación Casa de Alba, presidida por el XIX duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, y con apoyo de sus dos hijos como patronos, Fernando, duque de Huéscar y Carlos, conde de Osorno, ha dedicado grandes esfuerzos a la difusión y a la apertura de la colección Casa de Alba junto con sus palacios, residencias actuales del duque, para ofrecer la posibilidad de disfrutar y conocer su legado. El duque de Alba defiende una política de apertura y cercanía de la Casa de Alba con la ciudadanía española y con cualquier visitante movido por inquietudes culturales. La Fundación fue creada tras varios años de trabajo en 1973 por sus padres, los XVIII duques de Alba, don Luis y doña Cayetana, quienes iniciaron con este paso la labor de conservación y difusión de las colecciones histórico-artísticas.

Uno de los hermosos patios de las Dueñas.

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