En tiempos de Cuaresma un retiro en un monasterio benedictino fundado en el siglo IX es toda una experiencia.
A las seis de la mañana comienzan las vigilias. Recorres el monasterio casi a oscuras, al pasar por el imponente claustro románico del siglo XI sientes escalofríos. Los monjes me han dado una llave maestra que abre puertas de otras épocas. A la entrada una secuoya de 150 años nos da la bienvenida, a su lado, languidece un viejo tejo que podría tener cerca de cuatro siglos.
A las siete y media asistí a los laudes, me sorprendió la llegada del monje organista con su taca taca, todo un campeón. Las conjuntadas voces, acompañan al órgano y crean una atmósfera mágica que invita a la reflexión.
Tras el desayuno, dedico un rato a la lectura de la Regla de San Benito, que ayuda a los monjes a vivir su clausura según la doctrina de la Iglesia Católica. Todos tenemos inculcado desde la catequesis “Amar a Dios y al prójimo”. Sin embargo, San Benito va más allá y aconseja “Amar a los enemigos”.
“No dejarse llevar de la ira, ni guardar resentimiento. No ser falso por dentro, ni dar la paz fingida. No echarse atrás en la caridad. No jurar para no hacerlo en falso, decir la verdad con el corazón y con los labios. No devolver mal por mal. No hacer daño a otro, sino llevar con paciencia el que le hagan. Amar a los enemigos. No maldecir a los que le maldicen, sino bendecirles. Sufrir la persecución por la Justicia …”.
¿Qué opinan ustedes? En este mundo loco, donde el odio se palpa en los telediarios; la agresividad triunfa entre los políticos; la falsedad, prejuicios y ninguneos se descubre entre las que se consideran “amistades”; los desencuentros son la orden del día entre las mejores familias, y la tecnología se adueña de la Humanidad, conviene reflexionar de vez en cuando sobre el pensamiento espiritual, ya sea cristiano, budista, hinduista o de cualquier religión que persiga la paz. En la jungla actual, todo es según el color del cristal con que se mira. ¿Cañones o mantequilla?, ¿Trump o el Papa Francisco?, ¿Cantos gregorianos o el “Imagine” de Lennon?
Paciencia y generosidad. Las buenas obras deben centrarse en unir y no separar, la unión hace la fuerza.
Para gestionar y resolver conflictos es necesario centrarse en acuerdos que respeten los intereses comunes y no los particulares. Entonces no habría enemigos, y podríamos amar a Dios y al prójimo. Lo demás, hipocresía.
Alfredo Muñiz.