En la época dorada del trapicheo, las comidas de negocios con políticos eran un negocio para la hostelería nacional. Vinos de reserva, mariscadas y whiskies de añadas carísimas. Los cotilleos sobre dinero público derrochados en banquetes eran vistos como un “mal menor”, o al menos, se hacía la vista gorda por parte de todo el mundo. Así, sabemos de expolíticos que ascendieron a gestores de banca como Rodrigo Rato llegó a gastar con su tarjeta black un dineral en bebidas alcohólicas para fiestas privadas y otras facturas de gourmet de lujo en los mejores restaurantes de la geografía nacional. Los asuntos siguen investigados por la Justicia sobre si es legal o no esos derroches, éticamente no hay dudas de lo que es moral, judicialmente el juez sentenciará. Existen rumores de otros políticos y gestores de entidades públicas que se marcharon de rositas y encargaban tartas de marihuana e incluso pagaban “putitas de confianza” con cargo al dinero público. Aquí paz y en el cielo gloria. Incluso en los municipios más modestos nos cuentan que algunos alcaldes meten como gastos municipales hasta el vaso de vino, el pincho que toman a la hora del aperitivo o el café de media mañana. Pues vale. Todo tiene sus límites y el derroche nacional en abusos gastronómicos con cargo al erario público se ha convertido en un deporte. A ver quién revienta o quién gasta más….
La última comilona de políticos presuntamente “corruptos” que conocemos son los cachopos y chupitos de un alcalde pagados con VISA municipal en almuerzos que nada tienen que ver con su cargo público, y por lo visto el asunto ha llegado al Tribunal de Cuentas como si estos no tuvieran temas más importantes que investigar. Al parecer, un partido de la oposición en Leganés, ULEG, denuncia al regidor socialista para que reintegre al Ayuntamiento los 7.500 euros que se gastó en supuestas cuchipandas gastronómicas. Se trata de S. L., y pongo al “imputado” con iniciales y como presunto porque así luego no me mandan que rectifique si le dan la razón -que todo puede ocurrir en esta viña del Señor-. Y lo mismo lo cachopos y chupitos son justificados como gastos para sus eficiente gestión municipal en el desarrollo o promoción de su localidad. ¡Quién sabe! El juez siempre tiene la última palabra.
Sea como fuere, según cuentan distintos medios nacionales, las facturas -a las que tuvo acceso el partido Unión por Leganés- suponen un importe que ascendió al menos a 7.500 euros, y destacan que sobre todo se consumieron cachopos y chupitos. Pues ya les vale. Informa A.M.