La Reforma fue una tienda de comestibles situada en la calle Marqués de Teverga de Avilés (hoy La Muralla). Pese a las estrecheces de la posguerra, allí se encontraban verdaderos productos delicatessen.
El nostálgico establecimiento fue fundado por mi abuelo Alfredo González. En La Reforma se conocieron muy jóvenes mis padres, Pepín y Carmina. En 1989 mi abuela Carmina me llamó por teléfono a Dublín para comunicarme que con la llegada del último día del mes de noviembre llegaba el fin de uno de los comercios más prestigiosos y con más solera de Avilés. «Ya sabes no es rentable», apostilló.
Hoy en día mi madre es la custodia legítima de la marca «La Reforma de Avilés», única heredera viva del negocio del fundador.
A ellos, a mi madre por su nobleza, y a mis abuelos Alfredo y Carmina por transmitirme sus valores, está dedicada la novela EL TESTAMENTO DEL GALLO, disponible en Amazon, que muy pronto presentaré en Avilés…
El divertido abuelo de ficción se llama Basiliño Xouto Loureiro, es el fundador de un imperio de huevos y gallinas, en el pueblo todos le apodan El Gallo, amigo de los refranes remarcaría frente a la situación actual: «Gallina que bien come, huevos pone»….
Desgraciadamente su gallina de los huevos de oro está en peligro de terminar como el rosario de la Aurora, debido a los trapicheos de sus nietos mangantes, él los llama: los trapalleiros.
Sangre, sudor y lágrimas
Los negocios tienen sus fases: nacen, crecen, se desarrollan y si no saben gestionarse correctamente mueren o se transforman con la ayuda de otros gestores. La única fórmula mágica para que sigan vivos es la profesionalización, la legalidad, el esfuerzo, el trabajo y las cuentas claras. En ocasiones, para llegar a ese grado de excelencia es preciso que las sociedades dejen de ser familiares y pasen a formar parte de una multinacional o de otra sociedad más avanzada. Así es la vida….
La Reforma en la época dorada tuvo su propia canción, escrita por Don Pablo, un cura de la parroquia de Salinas que inspirándose en la música de «Mi casita de papel” escribió una letra ensalzando el establecimiento: “Nosotros ricos quesos comeremos y jugosos jamones de Avilés/, comestibles variados y conservas/ acompañados de la sidra y el Jerez. Que feliz nuestra casa será, si compramos…”. La canción sirvió hasta para realizar cuñas publicitarias en la radio.
Mi papito, que es como llamábamos a mi abuelo Alfredo, también renació en un número de la revista VIAJAR, VIVIR y SABOREAR, especial Navidad, así se hizo famoso por toda España. Entonces tuve multitud de comentarios sobre el recuerdo de un viaje a Cuba con “El almendrón de mi papito”… Lo que es la vida, en Cuba también trabajó mi bisabuelo Rafael que fue el primero que utilizó el nombre comercial de La Reforma en México.
La Reforma asturiana con raíces mexicanas
Muy pocos saben que el nombre de “La Reforma” proviene de México; mi bisabuelo Rafael (padre de mi abuela Carmina) fundó una tienda y un almacén de import – export en México llamado “La Reforma”.
Además regentaba junto con mi bisabuela Carmen el Hotel Bristol .
Rafael impulsó negocios de importación y exportación entre España y México; en su época de esplendor (1910-1920) llegó a poseer una fortuna en acciones petroleras y cerveceras. En la década de los veinte la convulsa situación de México provocó problemas en la empresa familiar.
Mi bisabuelo -junto a sus hermanos- llegaron a aprovechar los canales de distribución de “La Reforma” mexicana y sus conexiones con otros países de América Latina. Al final vendieron el patrimonio, saldaron las deudas y se trasladaron a España, uno de sus hijos (Rafa) se marchó a Estados Unidos; en otro capítulos les hablaré de nuestra saga familiar americana; tengo parientes hasta en Hawai, San Francisco y Los Ángeles.
A la hora de establecerse en Avilés, mi abuelo Alfredo eligió el nombre de “La Reforma” rememorando el negocio familiar mexicano.
Fue mi abuela Carmina, nacida en México, la que confeccionó el primer logo con el repartidor diligente que iría evolucionando con los años.
Alfredo González también fue uno de los impulsores de la marca “jamón de Avilés”, de pequeño solía ir con él a seleccionar los jamones; recuerdo que utilizaba una cala de hueso y me enseñó a apreciar el olor del buen producto. Luego se curaban en los almacenes de la entonces calle de Pinar del Río. Dado el éxito de sus productos entre los veraneantes, el abuelo decidió abrir sucursal de “La Reforma”en Salinas, muy cerca de “La Gaspara”. Con el tiempo, las circunstancias fueron cambiando y supo evolucionar para adaptarse a nuevos retos.