En Asturias devuelven los «cascos» y en Madrid se quedan con las «botellas»… Cuenta una leyenda de origen céltico que en la noche de difuntos un espíritu maligno deambulaba por pueblos y aldeas, yendo de casa en casa pidiendo “truco o trato”. Los sabios recomendaban hacer trato, sin importar el coste, pues, de no pactar con este espíritu, él usaría sus poderes para hacer un “truco”, que consistiría en una maldición con infortunios. En política y en negocios ocurre algo similar. Aunque una cosa es aprovecharse del patrimonio de varias generaciones y ascender hacia la cúspide por conveniencia, y otra bien distinta consiste en demostrar la valía por méritos propios.
Del contrato blindado vitalicio a la jungla del asfalto
Los privilegios de ser miembro ejecutivo de una empresa familiar o de un partido político líder pueden ocasionar el declive del imperio. La confusión entre familia y empresa, o entre intereses particulares y generales, es una de las mayores lacras que sufren las sociedades y los grandes partidos. Unos miembros del clan son premiados con puestos y sueldos de ministro, sin importar los resultados que obtengan. Una vez colocados en la alta dirección tienen derecho a un contrato vitalicio como si fueran funcionarios públicos con oposición del Estado. Mientras otros miembros sufren discriminación porque no encajan con la filosofía de empresa o no aceptan la disciplina de partido.
Discriminación por cuestiones familiares
La crisis provoca que se agudicen las diferencias entre los miembros de una saga familiar con derecho a un puesto de trabajo. ¿Aceptarán bajarse el sueldo como los bancarios venidos a menos ?, ¿a qué se dedicarán los políticos en decadencia que luchan por sobrevivir ?
Los que mandan siguen cobrando su jugoso sueldo aunque se hunda el barco. Mientras el paro aumenta, las ventas disminuyen, y los morosos se multiplican. No obstante, el IVA, los seguros sociales y el resto de impuestos siguen siendo de obligado cumplimiento. En las empresas familiares se justifica la tala del árbol porque no hay puestos ejecutivos para todos. Aunque a veces se despilfarran fondos en lo que apetece al gran líder y se olvidan los derechos del resto de herederos.
En política, la guerra por el poder es similar cuando existen perfiles dictatoriales que no saben consensuar posiciones. Se despilfarran fondos en grandes macroproyectos para beneficiar intereses particulares y se olvida el desarrollo sostenible.
La negociación es la única alternativa para sobrevivir
El gran conflicto surge con la sucesión equivocada, cuando algún miembro del clan es discriminado por el gran líder porque podría eclipsar el fulgor de sus favoritos. En política incluso se llegan a gastar fortunas en prensa o en televisiones autonómicas para hacer campaña y encumbrar a un gobernante equivocado.
Las sagas familiares contratan asesores mediocres para hacer un traje a la medida del sátrapa de turno. Al final, los consultores venden la moto de que se logran importantes ahorros fiscales a la hora de heredar, olvidándose de aspectos más importantes. La bomba de relojería estalla cuando falta el patriarca o el gran líder del rebaño. Entonces se abre la caja de Pandora y comienzan a surgir todos los males ocultos por conveniencia durante años. Los errores cometidos por un dictador de las finanzas son difíciles de atajar y, en ocasiones, se convierten en los destructores de su propio imperio. Véase el caso de los Ruiz-Mateos, y su desastre empresarial-familiar. Ahora se destapa que hasta sus hijas disfrutaban «presuntamente» de un rico panal de miel en paraísos fiscales como Belice.
Profesionalización, reuniones y consejos de administración
Planificar el futuro, intentar que cada miembro contribuya con sus mejores cualidades, organizar reuniones de familia para buscar acuerdos, implicar a todos los herederos en un consejo de administración, y respetar las condiciones laborales del mercado para puestos de iguales características, son algunas de las recomendaciones básicas. La información sobre la evolución de la empresa y los objetivos de futuro es uno de los temas prioritarios que deben tratarse en las reuniones convocadas para debatir las diferencias de los distintos miembros de la saga, tanto propietarios como herederos, trabajen o no en la empresa familiar.
En política ocurre otro tanto de lo mismo. Los debates parlamentarios deberían de servir para aplicar una mejora continua. Aunque en ocasiones, los conflictos se enquistan y la única solución es acudir al juzgado o a las urnas…
El ocaso de los dictadores y/o la venta del negocio
Poner orden en el desaguisado de un Gobierno como el de Fidel Castro es complicado hasta la muerte del revolucionario. En los negocios la alternativa es vender la empresa antes de que pierda valor de mercado. En un Gobierno Parlamentario los territorios también se «venden» y las empresas se privatizan tras aprovecharse de las subvenciones públicas. Los chanchullos con privilegios familiares suelen tener un fatal desenlace. Nadie va a permitir la descapitalización de la empresa para beneficiar a los más avispados.
En el caso de una nación ocurre algo parecido hasta que se destapa a los «chorizos». Ante la incoherencia llega la ruptura y los pleitos. La clave reside en una correcta comunicación y en acordar las compensaciones oportunas. Generalmente es el juez el que termina resolviendo. Veremos las urnas …
Alfredo Muñiz
