Coco Chanel lo tenía claro: “Nunca se es demasiado rico, ni demasiado alto ni demasiado delgado”-exceptuando cuando se cae en la enfermedad de la anorexia, por supuesto-.
A la hora de ponerse a dieta los buenos propósitos no valen si no se convierten en resultados. Hay que pesarse en ayunas y anotar el progreso o el fracaso. En ocasiones, la malvada báscula se convierte en el peor de nuestros enemigos cuando después de una semana a dieta vemos que los resultados son desastrosos. Si te ofrecen un bombón recuerda también la reflexión de Coco Chanel: “Unos segundos en el paladar y toda la vida en el michelín”.
Es hora de reflexionar y ver qué hemos hecho mal. En primer lugar, las porciones deben ser las adecuadas. En el 99% de los casos la obesidad se produce por comer en exceso. Mi amiga Flor defiende: “hay que comer en platos de postre y no repetir”. Lo ideal sería utilizar una báscula para pesar los alimentos y consumir las calorías necesarias para que la dieta funcione de acuerdo a nuestras necesidades nutricionales y a nuestras preferencias gastronómicas. Una dieta equilibrada debe contener proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, oligoelementos, minerales y fibra. A la hora de pesar los alimentos debe hacerse en crudo y limpio de piel, hueso y espinas.
Ojo al dato: “Es necesario masticar hasta 40 veces los alimentos. La masticación es fundamental y permite que se logre la sensación de saciedad”, según sugiere un reciente estudio de la Universidad de Iowa (EE UU). Al masticar se disminuye el hambre y el “deseo” que nos hace devorar más de lo que necesitamos. Además, aumentan los niveles de una hormona relacionada con la saciedad, y se reduce la concentración de grelina, la hormona que estimula el apetito en el cerebro. Así las cosas, pon música relajante y concéntrate en el asunto.
Ingerir, al menos, 1,5 litros de agua al día. Cuidado con la cantidad de aceite, utilizar cucharaditas de postre a la hora de utilizarlo.
Las carnes y pescados se pueden preparar a la parrilla, plancha, brasa, hervidos, horno convencional, microondas y en papillote. Las verduras si es posible crudas, si no horno, plancha, hervidas, microondas, o al vapor, y los huevos pasador por agua, escalfados, revueltos y en tortilla. Los más deportistas recomiendan utilizar una yema y varias claras para aumentar las proteínas.
Evitar el alchohol, los refrescos azucarados, los frutos secos (salvo escasas nueces al desayuno), bollos y pastelería industrial, salsas grasas, embutidos, y todos aquellos alimentos que tengan un alto contenido energético.
En las ensaladas utilizar limón, hierbas y solamente una cucharadita de aceite de oliva.
Recordad que porque se haga dieta no tenemos que abandonar una buena presentación, además para potenciar el sabor con hierbas aromáticas y especies. Incluso hay quien defiende al chile (o nuestra guindilla) como aliado estupendo para perder peso.
Si no encuentras alimentos frescos puedes utilizar ultracongelados.
Cuando vemos que el peso es no funciona es mejor abandonar la dieta y prepararse para una nueva batalla cuando estemos más concienciados y tranquilos.
Olvídese de las dietas milagro que sólo producirán un efecto yo-yo. Es necesario cambiar los hábitos de vida y como decía Grande Covian: comer de todo pero en las cantidades adecuadas. Y por supuesto la actividad física es fundamental, como mínimo caminar de media hora a una hora diaria. Suerte y a prepararse para la operación tanga.
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