Se busca un concesionario creativo, educado, paciente, con experiencia y que sea rentable para la hostelería del Niemeyer
Agua bendita; un plazo mínimo de más de 4 años de explotación para poder amortizar la inversión; que la fundación Niemeyer contrate al personal de hostelería igual que hace con los taquilleros; decidir si el servicio se va a orientar al cliente o se va a dar un contenido generador de visitas, son algunas de las propuestas de los hosteleros de la Comarca para revivir la hostelería del Centro Cultural avilesino.
“Al Niemeyer vamos a tener que darle unos ramazos de laurel con agua bendita”, opina un cocinero ante el fracaso del proyecto del concesionario Enrique Martínez Ondina.
Centros Culturales como el Guggenheim de Bilbao han apostado por la excelencia. Destaca su restaurante Nerua, dirigido por el chef Josean Alija, galardonado con una estrella Michelin. Además en el edifico se ubica otros dos establecimientos, un magnífico bar y un bistro con pinchos y platos a la carta a precios asequibles. En el próximo número especial de PARAHORECA, de venta en kioscos, publicaremos un reportaje sobre la gastronomía del Guggenheim. ¡Ojalá el próximo concesionario del Niemeyer sea digno de salir en nuestro especial NAVIDAD…!
En Avilés se intentó en una primera fase apostar por la excelencia con profesionales reconocidos como Pedro y Marcos Morán con motivo de la inauguración, la polémica gestión de Natalio Grueso y su equipo provocó la ruptura del gran proyecto. Luego tomó el relevo Koldo Miranda y cuando ya tenía encauzado una filosofía de negocio, se vio obligado a abandonar el barco. Tras la excelencia llegó la mediocridad de la mano del actual concesionario en conflicto permanente con la Fundación: invitado a salir por la puerta de atrás, previo pago de 40.000 €.
¿Quién será el nuevo inquilino de la gastronomía niemeyesca?
PARAHORECA.COM ha recabado la opinión de diversos expertos que desearían enviar algunas sugerencias al Patronato de la Fundación Niemeyer. Al preguntar a un profesional del sector si estaría interesado en la concesión del Niemeyer responde: “Tendrían que darse unas circunstancias radicalmente diferentes a las actuales para valorarlo. Mientras no entiendan como funciona este sector lo veo complicado”.
“Se trata de dar servicio y no arruinarse en el camino, no olvidemos que pones en juego tu economía y la de muchas familias de empleados. Mi consejo seria que la fundación contrate al personal de hostelería igual que hace con los taquilleros y similares. Así sabrán lo jodido que es “jugar” a ser hostelero”, opina un profesional del sector que prefiere permanecer en el anonimato.
En primer lugar, todos coinciden que debería concederse un plazo de explotación a largo plazo para que la inversión del hostelero fuera rentable. Por los mentideros suenan perfectos candidatos como: Javier Loya hostelero elegido para agasajar a Bill Gates en el Principado; su hermano el chef Isaac Loya de “El Real Balneario” de Salinas o nuestro internacional Nacho Manzano con dos estrellas Michelin en “Casa Marcial” en Parres (Arriondas); el rey de la longaniza de Avilés, Juan Rivero de “El Tataguyo”; Guillermo González, gerente del “Ewan” en Salinas, y “La Playa” en Luanco, entre otros profesionales. De momento ninguno de los mencionados llegó a presentarse al concurso público, ni ha manifestado intención de hacerlo.
Por otro lado, destacan chefs con experiencia como Koldo Miranda que inició un proyecto de alta cocina en la Torre y podría haber llegado a lograr una estrella Michelin si le hubieran dejado continuar. Ahora tiene otros objetivos entre manos, desconocemos si está interesado en retomar las riendas del Niemeyer. Lo asombroso del asunto es que en su día, dieron los mismos puntos a su propuesta técnica que a la del desastroso Martínez Ondina.
Por su parte, en la actualidad los chefs Pedro y Marcos Morán triunfan en sus restaurantes: “Casa Gerardo” en Prendes, “Platea” en Madrid e “Hispania London” en Londres, dudo que aspiren a regresar al Niemeyer después de la experiencia… Y mientras suena el tango de “Volver”, los actuales concesionarios Enrique Martínez Ondina y su hija Laura son invitados a marcharse. Según declara el Patronato se les denunciará por impago de 40.000 € de deuda en concepto de canon.
“En este sector de las concesiones se tiene que poner orden y evitar que impresentables como este fastidien el buen hacer de los demás. Que salga escaldado es lo que merece”, opina un hostelero de la comarca.
Construyendo un Niemeyer más gastro
Un requisito básico para que cualquier hostelero acepte la concesión sería conceder un plazo mínimo de más de 4 años de explotación para poder amortizar la inversión. Si no es a muy largo plazo la concesión no es atractiva. Además, para facilitar las labores de cocina sería necesario realizar obras en la infraestructura en caso de que se pretenda utilizar la Torre como restaurante.
Por otro lado, habría que plantearse unos objetivos realistas y alcanzables. En primer lugar, decidir si el servicio se va a orientar al cliente o se va a dar un contenido generador de visitas como existía con los Morán. Quizás lo ideal y más complicado sería buscar una fórmula intermedia para llegar a ambas metas. Una vez marcadas las líneas de actuación se debería garantizar la continuidad a largo plazo para que el proyecto tuviera tiempo de rodaje y oportunidad de mejora.
Arrancar, posicionarse y promocionar un negocio de hostelería es una ardua tarea. Sería una pena desaprovechar todo lo construido, como ocurrió con Koldo Miranda o con los Morán. Por último, se necesitaría a un buen profesional capaz de imprimir un sello propio en el proyecto.
El hostelero debería tener mayor libertad para organizar celebraciones gastronómicas en los edificios del Centro Cultural. Aunque no llegara a tener total libertad para hacer lo que le plazca, tampoco debería tener demasiado control para limitar su desarrollo. Que gane el mejor. Lo coja quien lo coja, nos encontramos ante un edificio único en el mundo, diseñado por un arquitecto de la talla de Oscar Niemeyer.
En el último año ha sido el hazme reír de cualquier amante de la buena mesa. Y para más INRI, el actual concesionario infló las promesas de pagar un canon que parecía el cuento de la lechera. Al final, el cántaro se rompió y el concesionario no pagó ni un duro después de casi un año de actividad: “Me deben 21.127 €”, argumenta el moroso ante una deuda de 40.000 €. Por otro lado, la labor de Martínez Ondina en los últimos meses ha generado mala prensa para el centro cultural. El concesionario llegó a colgar papeles de periódico en los ventanales de la torre para protestar por supuestas irregularidades: “Chapuzas de lujo”, sentenciaba.
Informa Alfredo Muñiz. Relacionado:
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