La tala del árbol familiar, societario y de amistades parásitas
Lo bueno de cumplir años es que cada vez percibes con más claridad cuando una persona tóxica se interpone en tu camino. En tal caso, lo mejor es alejarte de esas malas energías que siempre restan y no aportan nada positivo a tu vida, ya sea familiar, societaria, vecinal o de colegas. Huyamos de las personalidades que cuando les interesan son intimísimos y, en otras ocasiones, te dan la espalda.
A estas alturas de la vida, si alguien te ignora, pasa de él, ella o ello olímpicamente. No merece la pena perder el tiempo. Aunque también es cierto que debido a la cercanía es mejor cosechar relaciones cordiales entre los más allegados, sabiendo siempre con quien puedes contar a la hora de la verdad.
¿Hojas, ramas o raíces?
Las hojas son aquellas relaciones que perviven en los momentos divertidos o que se mantienen por el interés, pero al mínimo percance o contratiempo surge el otoño, y las hojas desaparecen.
Las ramas son más fuertes y aguantan más tiempo, aunque llega un momento que se quiebran, se rompen y terminan por los suelos.
Las raíces son esas amistades inmortales que perduran para siempre y permanecen en los malos momentos, no solo cuando hay fiesta. ¡Cuídalas como oro en paño!
¡Cuidado con los chupócteros y las enredaderas liantes!
En las familias empresarias se aconseja realizar una tala del árbol familiar para reforzar la sucesión. Algo similar a lo que ocurrió en la saga real española con las infantas que fueron cortadas del árbol principal para dar más protagonismo al Rey y a sus descendientes. No obstante, esa tala debe basarse en unos criterios objetivos y unos acuerdos razonables respecto a la propiedad. De lo contrario, se producirán desequilibrios y la destrucción de la familia. Empresa, familia y propiedad son tres pilares complicados de gestionar, cuando los principios contemplan respetar los intereses de todos los miembros implicados. Otro asunto bien distinto, es convertirse en el mandamás del cortijo, imponer sus propias normas, y aprovecharse de pertenecer al clan.
Las ramas cortadas pueden sentirse desplazadas, ninguneadas o perjudicadas en sus intereses. Mientras que el dictadorzuelo de turno peca de abuso del poder y llega a la idiotización del mismo. Incluso incurre en delitos societarios y de administración desleal, al creerse que todo le pertenece y que puede hacer lo que le de la gana.
También puede ocurrir una relación parásita donde la rama principal viva y se desarrolle a costa del patrimonio de la otra rama talada, alimentándose de él, y depauperándolo sin llegar a matarlo. En estos casos, se crea una ingeniería societaria para beneficiar su propio patrimonio, con la justificación de que es lo mejor para el negocio, sin pensar en los intereses ajenos de los que no participan del proyecto, pero lo financian al ser propietarios.
Cuidado también con el ecosistema formado entre el árbol y la enredadera; la relación entre ambos puede ser compleja y, en ocasiones, perjudicial para el tronco principal. Me refiero a amigos, asesores, empleados y otros familiares no propietarios que se arriman al tronco… Las enredaderas, al crecer alrededor del pie del árbol y cubrir sus raíces, pueden generar humedad que favorece la podredumbre y las enfermedades. Además, a medida que las enredaderas trepan por el tronco y las ramas, evidentemente aumenta el peso en la copa del árbol, las ramas no pueden soportar tanta carga, lo que puede provocar daños estructurales. Los palmeros son como las hojas, en la época de vacas flacas caen del árbol…
En conclusión, los tres pilares fundamentales de una empresa familiar son: el negocio, la familia y la propiedad. La función del líder es buscar un equilibrio para que los intereses de esas tres partes convivan en feliz armonía.
Hay quien dice que a los maridos se les conoce en las separaciones, a los hermanos en las herencias y a los primos en las comuniones. C´est la vie.
Reflexiones para mi próxima novela: “La herencia de los pollitos” de Alfredo Muñiz.