Encender la luz podría “electrocutar” los planes de la multinacional del aluminio Alcoa, ubicada en la comarca de Avilés (Asturias) y en La Coruña. La compañía estadounidense podría enviar al paro a más de 800 trabajadores, sin contar con el efecto multiplicativo que el impacto provocaría en la economía de la zona. ¿Se tratará de un órdago para lograr megawatios a precio de ganga?
Otras grandes empresas como Arcelor Mittal y Asturiana de Zinc también protestaron por la pérdida de sus privilegios en el coste de la energía lo cual abre la puerta a la deslocalización. La factura de la luz pone en peligro la competitividad del sector.
Las multinacionales no quieren subvenciones sino contratos razonables con las eléctricas. Una de las estrategias de futuro que se baraja como posible solución sería el incremento de la producción de energía nuclear para abaratar los costes de la factura de la luz. Hasta el expresidente Felipe González se mostró partidario del crecimiento de la energía nuclear para contribuir a racionalizar la factura de la luz. Sin embargo, el Gobierno Zapatero optó por subvencionar energías más limpias pero menos eficaces. “Las centrales nucleares no es una solución compartida por los ecologistas, aunque de no llevarse a cabo podría peligrar los empleos y con las cosas de comer no se juega”, comenta un trabajador afectado. La luz de aviso está dada.
Solucionado por decreto ley “gastronómico”
Y mientras los ejecutivos de las multinacionales echan un pulso al Gobierno de Mariano Rajoy con la facturita de la luz, vamos a recordar cómo se solucionó el asunto en el pasado. El rey Juan Carlos mantenía una estrecha amistad con Francisco Javier Sitges, por aquella época presidente de Asturiana de Zinc. La mayor productora mundial de zinc siempre agradeció al monarca su papel mediador para que se aprobara la tarifa eléctrica bonificada G4 que afectó a varias multinacionales de la comarca de Avilés, entre ellas Alcoa. Tras la desaparición de los precios especiales para grandes consumidores, algunas de las compañías amenazan con una posible deslocalización. Por aquel entonces el rey solía reunirse a comer con Sitges, Manuel Prado y Colón de Carvajal, Miguel Arias, Jaime Cardenal Pombo, José Cusí o Arturo Romaní en el restaurante Cuatro Estaciones, Lucio y otros restaurantes de Madrid. Su majestad arregló el asunto en una de aquellas reuniones gastronómicas y firmó tan contento el decreto ley. C´est la vie.
Informa Alfredo Muñiz.

